Tantas gentes buenas que esperan órganos y se mueren por falta de estos y a este asesino le consiguieron uno de inmediato y le salvaron la vida

Johnny Concepción fue arrestado en el hospital Presbiteriano dos días después               NUEVA YORK._ Johnny Concepción, un dominicano de 43 años de edad que asesinó a su esposa Jordania Sarita de 15 puñaladas después de 18 años de matrimonio, trató de envenenarse con veneno para ratas, lo que le destruyó el hígado.


El asesino, como si nada hubiera ocurrido acudió al hospital Presbiteriano, donde le hicieron un trasplante del órgano, lo que ha generado controversias en la ciudad.

Según la policía, Concepción apuñaló a la mujer el pasado 5 de julio en el apartamento de la pareja de la calle Needham. Del hospital, donde las autoridades lo ubicaron salió derecho a la cárcel.

La madre de la víctima, María Sarita, dijo que es inconcebible que en una ciudad donde más de 2 mil neoyorquinos serios y que trabajan esperan por donantes, los médicos del hospital situado en el Alto Manhattan, hayan operado a Concepción para salvar la vida, después que éste, destruyó a puñaladas el hígado de su hija.

La oficina de relaciones públicas del nosocomio, se negó a comentar sobre el caso, diciendo que el centro no discute detalles sobre sus pacientes y que el trasplante al matador, no tiene nada que ver con la política de atender a quienes necesitan ese tipo de ayuda médica, establecida por la ley.

“Hay personas en esta ciudad que trabajan duro y esperan años para conseguir un trasplante de ese tipo. Hay niños en la lista de espera y sin embargo, este tipo que mató a la madre de sus hijos, luego de tratar de quitarse la vida, tuvo prioridad sobre ellos”, añadió la acongojada y colérica madre de la víctima.

Después del asesinato, Concepción huyó de la escena y fue visto por testigos que lo denunciaron a la policía. La víctima contaba con 36 años de edad. Fue descrita como una madre llena de vida y dedicada a sus tres hijos.

La policía inició una cacería tras las pista del dominicano asesino y dos días después él, se atrevió a enviar un mensaje de texto en español diciendo “a los miembros de la familia, espero que me puedan perdonar”. A continuación ingirió el veneno para ratas que destruyó su hígado. Alguien lo vio caer y llamó al 911.

Paramédicos lo llevaron al hospital donde fue trasplantado del hígado y dos días después, la policía lo ubicó arrestándolo y acusándolo de asesinato en segundo grado y posesión criminal de un arma.

La madre de la occisa explicó que su hija fue víctima de abusos durante años de parte de Concepción y por ello decidió separarse de él. Cuando Jordania estaba embarazada de su segundo hijo, el acusado la golpeó brutalmente después de verla abrazando un amigo. “La golpeaba y al día siguiente le llevaba el desayuno a la cama, pidiéndole disculpas”, agregó.

La pareja procreó a dos adolescentes varones y una hembra que tiene 11 años de edad. Recordó que a pesar de las recomendaciones de la familia, Jordania nunca llamó a la policía por miedo a su asesino quien finalmente consumó sus amenazas. Relató que en mayo del 2009, su hija que vendía seguros, decidió abandonar la casa, yéndose con los hijos. Concepción fue instruido de los cargos en el mismo hospital y será presentado el 11 de agosto en la Corte Criminal de El Bronx.

Sobre el caso, Anne Paschke vocera de la Red Internacional de Donantes de Organos dijo que el dinero, la fama, la raza o los antecedentes penales no importan cuando se trata de un paciente en necesidad de ser trasplantado. Señaló que en los hospitales de Nueva York hay una lista de 1.805 personas esperando por
donantes y que de esa cifra, 309 están en el Presbiteriano donde fue operado Concepción.

485 aspirantes llevan cinco años en turno. Acorde con leyes federales, una persona necesitando un trasplante de órgano, sólo puede ser colocada en la lista de espera por un cirujano del centro de trasplantes. Luego el hospital hace una evaluación basada exclusivamente en criterios médicos para determinar el estatus del paciente o su rango en la lista.

Kelly Sullkivan un residente de Staten Island y quien tiene un año esperando por un trasplante de hígado, consideró que es un absurdo la operación hecha al dominicano. “No sólo se le dieron a un asesino, sino a un asesino suicida”, dijo.

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