La búsqueda puede frustrarte y obsesionarte
Por María Jesús Ribas / EFE Reportajes
"Cuidado con lo que deseas, porque puedes conseguirlo", reza un viejo proverbio budista. Se refiere a la paradójica situación de que, a menudo, queremos cosas, personas u objetivos que supuestamente nos colmarán de dicha cuando los alcancemos, pero que, cuando finalmente se concretan, terminan por causar el efecto opuesto.
Es el caso de aquella persona que anhela compartir su vida con el hombre o la mujer de sus sueños y que en la convivencia le hace la vida imposible. O el de quienes mueven cielo y tierra en su empresa para conseguir un ascenso, sólo para descubrir que el nuevo puesto les trae mil quebraderos de cabeza.
También es el caso de aquellos que anhelan desesperadamente recibir una suma importante de dinero, la cual finalmente llega a sus bolsillos, aunque como una cruel broma del destino: por ejemplo, en concepto de indemnización por haber sufrido un accidente o dolencias que los ha incapacitado físicamente.
Si en algunos casos encontrar la felicidad puede ser contraproducente, en otras ocasiones el hecho de buscarla con insistencia obsesiva, también puede resultar frustrante.
Al menos, es lo que sugiere una investigación internacional según la cual la sensación de fracaso y decepción que acompaña el intento de aplicar constantemente los consejos de autoayuda sin que consigan los efectos deseados, pueden sumir al "buscador de la felicidad" en un auténtico estado de tristeza y frustración.
De acuerdo al estudio elaborado por las psicólogas June Gruber, Iris Mauss y Tamir Maya, de las universidades de Yale y de Denver, en Estados Unidos, y Hebrea de Jerusalén, en Israel, respectivamente, "no todos los tipos y grados de felicidad son igualmente buenos, e incluso perseguir la felicidad puede hacer que la gente se sienta peor".
"Quienes quieren sentirse más felices pueden elegir entre una multitud de libros que les guíen sobre cómo hacerlo, pero fijarse una meta de la felicidad puede ser contraproducente", han señalado las autoras del trabajo, según las cuales "una de las muchas desventajas de la felicidad es que las personas que luchan por encontrarla pueden terminar peor que cuando comenzaron".
De la obsesión a la frustración
Según estas psicólogas, "las herramientas que suelen sugerirse en libros de autoestima o de ayuda personal para ser felices consisten en dedicar tiempo cada día a pensar en las cosas que nos hacen sentir felices, satisfechos o agradecidos, y crear situaciones que se traduzcan en felicidad".
No obstante, estas recomendaciones no siempre tienen el efecto deseado, porque, "cuando las practicamos con la motivación o la expectativa de que dichas actividades deberían hacernos felices, éstas pueden llevarnos a la decepción y reducir nuestra felicidad", ha explicado Gruber.
Las investigadoras llegaron a estas conclusiones, después de realizar un experimento en el que comprobaron que las personas que leyeron un artículo de prensa alabando el valor de la felicidad se sintieron peor después de ver una película con una trama feliz, comparados con aquellos que previamente habían leído un artículo en el que no se aludía la felicidad.
Según este equipo de psicólogas, este fenómeno se debe a que, cuando una persona no termina siendo tan feliz como esperaba, se siente decepcionada y su sensación de fracaso puede hacer que se sientan aún peor que al principio.
Por último, y en aparente contradicción con sus postulados, las psicólogas han descubierto la clave de la felicidad: "La mejor manera de alcanzarla es dejando de lado la preocupación por ser feliz y aprovechar toda esa fuerza mental para conseguir entablar lazos sociales con otras personas. Si hay algo que se quiere resaltar y enfocar, hay que concentrarse en eso. Todo lo demás vendrá como tenga que venir", declaran las investigadoras.
"Desarrollo profesional, prestigio laboral, vida social, poderío económico, crecimiento personal, servicio a los demás, "salud, dinero y amor, autorrealización", una familia consolidada…. Para cada persona, la felicidad puede ser algo diferente y puede definirse como un estado mental de plenitud, paz interior y bienestar, que puede obtenerse por distintos medios", señala la terapeuta y experta en crecimiento personal María Campos Oliva.
"La Real Academia Española de define la felicidad como un `estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien´, y para el filósofo Epicuro radica en experimentar placer intelectual y físico y conseguir evitar el sufrimiento mental y físico. Aunque en realidad cada persona podría ofrecer una versión de lo que para ella consiste ser feliz", agrega Campos.
¿Por qué hay algunas áreas de nuestra vida en las que no logramos ser felices o en las que permanecemos estancados a pesar de que intentamos mejorar una y otra vez?.
Cuando nos resistimos a ser felices
Según esta terapeuta, "ello se debe a las denominadas resistencias psicológicas: creencias o patrones personales, sociales o familiares, debidos a cosas que nos han ocurrido o hemos aprendido de los demás y que nos limitan o frenan. También puede tratarse de temores, que hay que despejar para poder prosperar en nuestros objetivos vitales".
¿Realmente, queremos el cambio que decimos querer?. Si lo que queremos, ¿es bastante fácil o lo tenemos claro?. ¿Qué nos frena a la hora de intentarlo?. ¿Queremos el esfuerzo, riesgos y molestias que implica el cambio?. ¿Cuál es más cómoda y satisfactoria: nuestra posición actual o la que pretendemos conseguir?.
Según María Campos, son preguntas que vale la pena hacerse a uno mismo, al plantearse objetivos o cambios que supuestamente nos harán felices: "Hay que poner las cartas sobre la mesa, analizar los pros y contras de cada opción y decidir qué es mejor para nosotros en este momento".
"Uno de los objetivos mencionados con más frecuencia como medio para alcanzar la felicidad consiste en ascender o mejorar en nuestro trabajo", explica la experta.
"Este objetivo suele verse frenado por nuestros miedos `al que dirán´, a la mayor responsabilidad, esfuerzo y dedicación que supone un ascenso, a que la actividad sea demasiado pesada, a no dar la talla y perder la consideración actual, o a dedicar más horas al trabajo y disponer de menos tiempo para uno mismo", agrega.
"En cada caso, hay que analizar si lo que se ganaría de más compensa el tiempo y esfuerzo que se le dedicará, o bien si en realidad uno no está mejor en la situación actual", aconseja Campos.