Consejos para desarrollar las capacidades sociales de los hijos

PhotoSer padre puede ser una de las tareas más importantes en la vida de una persona y, posiblemente, es la que más responsabilidad y esfuerzo requiere. La relación positiva entre padres e hijos es crucial para el desarrollo sano y óptimo de los niños y jóvenes.
Para lograrlo, uno de los roles que tenemos como padres, madres y cuidadores es ser facilitadores de los procesos que permitan su desarrollo pleno de la capacidad social.

El Instituto Search ha identificado 40 elementos fundamentales del desarrollo. Estos elementos, clasificados en ocho dimensiones, establecen las destrezas, experiencias, relaciones y conductas que contribuyen a que los niños y jóvenes se desarrollen como adultos exitosos que aporten a la sociedad. Siendo la capacidad social una de esas dimensiones, mencionaremos los elementos que la componen junto con acciones que pueden realizar los padres o cuidadores para promover esas destrezas. Estas son: planeación y toma de decisiones, capacidad interpersonal, capacidad cultural, habilidad de resistencia y solución pacífica de conflictos.
Desde edad temprana, debemos enseñarles a planificar y tomar decisiones. Cuando son pequeños, el padre puede ser un agente facilitador del pensamiento para ayudarle a planificar sus actividades de juego y escolares, enseñándoles a escoger entre opciones e identificar posibles causas y soluciones a problemas o contratiempos. Ya en la preadolescencia, se debe fomentar que piensen acerca de las decisiones que toman y qué consecuencias tienen: positivas y negativas. En la adolescencia y juventud, hay que proveerles apoyo a la vez que los guías en las implicaciones de las conductas y la importancia de asumir responsabilidad por sus consecuencias.
Otro elemento a trabajar es el respeto por la diversidad cultural. Desde la niñez temprana hay que enseñarles que hay personas de otras culturas, razas u origen étnico con costumbres, creencias y estilos de vida diferentes. Ya en la adolescencia, podrás ayudarlos a que entiendan que hay personas diferentes y que merecen ser igualmente valoradas y respetadas, de manera que según van creciendo, se sientan cómodos con personas de otro trasfondo.
Dialogar sobre la diversidad contribuye al desarrollo de la empatía y el respeto hacia los demás y la multiplicidad de opiniones. Esto se puede hacer mediante la discusión de ejemplos de la vida diaria, películas, documentales, fotos, láminas o fuentes de información visual, entre otras.
Promueve el desarrollo de esta destreza al exponerlos a personas diversas, y que puedan aprender de otras culturas, costumbres y maneras de vivir. Cuando lleguen a la juventud podrán convivir con gente de diferentes marcos culturales, raciales o étnicos, y facilitarán su adaptación a escenarios académicos, laborales y sociales diversos.
Por otro lado, desde los 5 años, van desarrollando destrezas interpersonales, aprendiendo a hacer amistades, a tener autocontrol con relación a sus emociones, a reconocer situaciones de riesgo y a enfrentarse a ellas de forma asertiva. De igual manera, en la preadolescencia y adolescencia desarrollan la empatía, afectándose por los sentimientos de los demás, aprendiendo a ponerse en su lugar y procurando conectar y establecer relaciones de amistad. El promover la participación en actividades extracurriculares puede ayudarles a crear nuevas amistades y conocer las reglas sociales dirigidas al trabajo en equipo, respeto por los demás, autocontrol, así como el respeto por las decisiones y otras opiniones.
También aprenden, idealmente por modelaje de sus padres y cuidadores, a solucionar conflictos sin violencia, a través del diálogo, la búsqueda de puntos de acuerdo y atendiendo las diferencias de opinión de forma pacífica. Van adquiriendo la capacidad de resistir, la cual consiste en decidir no realizar actividades que puedan ser incorrectas o peligrosas, pudiendo aguantar la presión negativa de compañeros. En la adolescencia, buscarán pasar más tiempo con sus amistades, por lo que se recomienda ayudarles a identificar un buen amigo con quién compartir. Dialoga acerca de lo que está bien o mal y del derecho a decidir lo que entiendan correcto, explorando cómo reaccionarían en diversas situaciones. Estas habilidades requieren desarrollarse desde temprano y dependen del modelaje que reciban de sus padres, cuidadores y adultos. Cuando sientan frustración o enojo, motívalos a buscar una actividad física que les ayude a canalizar sus sentimientos y fomenta el diálogo enfocado en la situación, en cómo se sintieron y en buscar soluciones razonables. Por Rebecca M. López Bobonis, PhD, y Zahira L. González Colón, PhD/ Especial para Por Dentro Los autores son miembros de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.

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