Terapia para manejar las crisis emocionales

Image result for Terapia para manejar las crisis emocionalesPor Andrea Moya Muñoz Diagnosticar a un paciente con trastorno de personalidad limítrofe hace 20 años era sinónimo de decirle que tenía cáncer terminal, en términos de su posibilidad de tratamiento. La percepción era que no había terapia efectiva y además los planes médicos no cubrían ese trastorno, según un profesional de salud mental.
“Cuando gente con ese trastorno llegaba a la clínica, todo el mundo se iba corriendo para esconderse y no tener que coger el caso porque no había nada que podíamos hacer. Era bien frustrante para los terapeutas y para los pacientes”, narra la doctora Kathleen Kelly, recordando su experiencia cuando trabajaba en Estados Unidos en la década del 1990.

El trastorno de personalidad limítrofe, o borderline personality disorder (BPD), es un desorden neurobiológico que se caracteriza como una desregulación emocional intensa que se combina con impulsividad. Los pacientes muestran un patrón recurrente de conductas destructivas, relaciones inestables y un deterioro en su calidad de vida a raíz del ciclo de emociones intensas. Muchos intentan suicidarse, tienen conductas autodestructivas como automutilación, abuso de sustancias y promiscuidad, y pueden padecer trastornos de alimentación, miedo al abandono, disturbios de identidad, entre muchos otros síntomas.
En Estados Unidos, sobre 14 millones de personas poseen este diagnóstico, el 75% son mujeres y el 10% de las personas diagnosticadas se suicidan.
Sin embargo, en 1993 la sicóloga Marsha Linehan publicó su libro delineando una nueva terapia específicamente creada para atender a esta población: la terapia dialéctica conductual, o Dialectical Behavior Therapy (DBT, por sus siglas en inglés).
“Eso fue como un milagro”, describe Kelly, certificada para dar esta terapia y quien lleva más de seis años trabajando con pacientes de BPD (por sus siglas en inglés) en Puerto Rico.
Otro doctor que ofrece esta terapia en la Isla es el doctor Domingo Marqués Reyes, sicólogo clínico y  profesor en las universidades Carlos Albizu en San Juan y Ponce Health Sciences University.
“La terapia dialéctica conductual no es el único tratamiento que tiene evidencia de que funciona. Sin embargo, es el tratamiento que más evidencia tiene, por más tiempo. Y es el único que tiene estudios que se han repetido en otros países y que encuentran lo mismo”, explica Marqués Reyes.
Los cinco componentes
El DBT tiene cinco componentes y la terapia puede durar de seis meses a un año. Algunos pacientes la toman más de una vez. Hasta este momento todavía no hay evidencia de que la terapia funciona sin todos los componentes.
1) Terapia individual: La persona trabaja con su propia conducta, sus propios pensamientos, sus propias emociones, y eventos que disparan la conducta que está intentando modificar.
2) Terapia grupal: Son clases semanales que incluyen ejercicios de plena conciencia, destrezas para sobrevivir crisis, aceptación de la realidad, eficacia interpersonal y regulación de emociones. Dentro de los módulos de terapia grupal también trabajan con extremos emocionales, adicciones y pensamiento obsesivo como los que ocurren con personas con trastornos de alimentación.
3) Orientación familiar: Puede participar cualquier persona que el paciente considere familia: su pareja, amigos cercanos, padres, hijos. Puede ser algo formal, como una orientación en la oficina. Hay grupos para familiares de personas con el trastorno donde aprenden sobre el trastorno y destrezas para ellos. Se trabaja con la invalidación, reconocer las emociones y cómo asistir a los pacientes en las crisis.
4) Consulta telefónica con el paciente: Entre sesiones los pacientes pueden llamar o textear al terapeuta para que los ayude durante una crisis. Con el apoyo del doctor pueden aplicar las destrezas a su realidad cotidiana y no dejarse llevar por la impulsividad y la intensidad de las emociones.
5) Consultoría en equipo entre los terapeutas: Doctores y estudiantes de doctorado que atienden pacientes individualmente o que dan terapias grupales se reúnen para discutir casos y darse apoyo emocional. “Gente que trabaja con el trastorno de personalidad limítrofe necesita apoyo”, enfatiza la doctora Kelly.
Más de un doctor puede atender al paciente. Por ejemplo, el doctor Marqués Reyes ofrece terapia individual pero refiere a sus pacientes a la doctora Kelly para la terapia grupal. En ocasiones, también participan estudiantes de doctorado.
Usando las herramientas
La creadora de la terapia, la sicóloga Marsha Linehan, quien hace unos años reveló que padece del trastorno de personalidad limítrofe, incorporó al tratamiento conceptos del Budismo y la meditación.
“Linehan tomó algo bien abstracto, como la plena conciencia, y logró explicarla de manera más concreta y con pasos. Sin sugerencias y sin instrucciones, decirle a alguien que sea más consciente no ayuda”, explica Kelly.
Los pacientes con BPD tienden a enfocarse en el pasado o en el futuro y a evitar el momento, anestesiando las emociones con conductas impulsivas e destructivas. Por eso el DBT enfatiza la plena conciencia y estar en el momento.
“Cuando tienes una crisis tú estás en una neblina. La emoción te sobrecarga. Estás como ciego. La terapia te da una caja de herramientas y cuando estás en la neblina puedas sacar la mano y vas a poder agarrar una herramienta”, describe Rodrigo*, paciente del doctor Marqués Reyes desde el 2007.
Durante la terapia, los pacientes reciben tareas semanales en las que aplican las destrezas que están aprendiendo. Estas pueden incluir utilizar los cinco sentidos para anclarse en el momento, pasarse sal por donde se quieren hacer daño, darse una ducha caliente, sumergir la cara en agua, prender velas de olor.
También usan un ejercicio mental en el que se hace lo opuesto de lo que dicta la emoción. “Si mi mente dice no hagas esto, entonces eso es lo que tengo que hacer. Si no lo quiero hacer, eso es lo que tengo que hacer”, subrraya Rodrigo.
El estudiante de medicina aclara que las herramientas no provocan que se sienta “bien” necesariamente pero lo ayudan a manejar la emoción y a no empeorar la situación. “Por ejemplo, si te da un ataque de pánico en Walgreens, en vez de irte y dejar todo, usas una técnica y te tranquilizas, y haces lo que tienes que hacer”, dice.
Sin embargo, a muchos pacientes se les dificulta participar en este tipo de terapia. “Parte del trastorno es problemas en las relaciones y la terapia es una relación”, según Kelly.
La primera vez que Laura* fue a una terapia grupal llegó endrogada. “Yo me resistía a la terapia. Era más fácil anestesiar las emociones extremas (con alcohol y sustancias)”, confiesa.
También reconoce que la terapia es mucho trabajo y que es algo que funciona, según el esfuerzo del paciente.
“Fue un poco por etapas. Me di cuenta que tenía que dejar las sustancias porque me iba a matar. Así que dejé esa conducta pero seguía con otras. Seguía promiscua. Me daban ataques de ansiedad casi en cada sesión. Yo no quería estar ahí pero sabía que si no estaba iba a ser peor. Lo veía como una inversión en mí”, agrega.
“El propósito de la terapia es vivir una vida que valga la pena. No sé si todavía estoy viviendo esa vida pero estoy más cerca que antes”, reza la joven.
* Nota de la editora: Estos nombres son ficticios para proteger su identidad.
Para más información sobre el trastorno de personalidad limítrofe puede visitar National Education Alliance Borderline Personality Disorder o National Institute of Mental Health (en español).

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