Lo que debes y no debes hacer en los primeros meses de una relación

En los primeros meses de relación todo es perfecto: las mariposas recorren tu estómago, los ojos se achinan en una eterna sonrisa, eres capaz de ver los olores y de oler los colores… Y no es que después no existan momentos tan maravillosos como estos, pero estos realmente son irrepetibles. Las mujeres somos profesionales en guardar cada instante y volver a revivir esas primeras cosas una y otra vez. Si no pregúntale a tu madre cómo conoció a tu padre y qué tonterías hizo para conquistarla.

Te dará detalles que tu padre será incapaz de recordar (bien sea por mantener el porte de papá serio y responsable, bien porque verdaderamente los años le hayan hecho borrar esos pequeños detalles de su vida). El primer baile agarraditos, esa primera cena con mensaje cursi en servilleta, esa primera película en el cine donde vuestras manos se deslizaron por primera vez por debajo de la ropa…
Pero nada es eterno y aunque en un principio todo en la pareja nos parezca perfecto, cuando la relación va tomando cuerpo, el espejismo desaparece y aparecen los defectos. Llegados a este punto es cuando debemos saber distinguir si lo que vemos nos ayuda a quererle aún más o si, por el contrario, nos comienzan a asaltar las dudas. No hay que dejar que el tiempo decida por nosotros porque no es necesario sortear una carrera de obstáculos para darse cuenta de lo que nos conviene. Ante la duda, ¡ya sabes! Patadita, antes que sea demasiado tarde. Sólo alguien que no te hace daño y que no necesita ni quiere hacértelo, merece la pena. Sólo así podrás crecer y avanzar con toda tranquilidad en el camino del amor.
Actitudes que hacen saltar la alarmas
Lo primero que debes hacer es mantener todos tus sentidos en forma para que puedas detectar esas pequeñas cosas que hacen saltar las alarmas y te tientan a salir corriendo. Hay que saber identificar los lobos disfrazados de cordero, canallas, crueles, tortuosos, inquietantes y peligrosos. Sublimes atormentados que en los primeros meses de relación parecen ángeles. ¿Cómo? Atenta.
→ Habláis todos los días una media de 10 veces, pero, de repente, algo cambia y en lugar de responderte con “qué tal cielo. Te echaba de menos”, oyes bramar al otro lado de la ‘línea’ “¿qué pasa? ¿no acabamos de hablar?”. Nada de justificarlo con argumentos como “seguro que está de mal humor”. Esto es un mal síntoma, así que cierra la puerta a esta relación.
→ Antiguamente se les decía a los hombres que mirasen a las madres de sus futuras esposas porque así serían ellas en 20 años. Aunque no siempre los roles de los padres se cumplen en los hijos, sí en muchas ocasiones. Así que si comienzas a ver comportamientos extraños, fíjate en su padre como pareja. ¿Cómo trata a su madre? ¿Cómo reacciona ella? ¿Es la parte sumisa de la relación? Si es así y tú ya has atisbado algún reflejo de estos comportamientos, ¡sospecha!
→ Los hombres intelectuales resultan muy atractivos. Está muy bien sentirse instruida en ciertos aspectos en los que andas algo ‘pez’. Pero si la instrucción se convierte en continua humillación delante de su círculo de amigos chic, y se niega a salir con tu ‘pandi’ de toda la vida a la que considera demasiado ‘simple’ porque no frecuentan la sala de espera de los conservatorios ni son asiduos a la Biblioteca Nacional, la decisión debe ser clara: apuesta por los amigos legales y no por los ‘cerebritos’ elitistas.
→ A los poco días de empezar a salir se permite hacer comentarios sobre tu vestimenta, tus escotes, tus minifaldas. Al principio son reproches sutiles: ‘ponte un traje para salir’, ‘¿no te maquillas?’, ‘mejor recógete el pelo, cariño’. El colmo es cuando te insinúa que con una talla más de pecho o con una nariz menos aguileña estarías mucho mejor. ¡Cuidado! Lo que busca es formatearte.
→ ‘El amor no debe hacernos sufrir’, éste es el principio de base de una relación duradera y sana. Hay que desechar todas las ideas retorcidas del tipo: ‘me maltrata, pero en el fondo me ama’, ‘seguro que ha sido un pronto, él no es así’. En la vida real es rarísimo que el tío atormentado cambie de un día para otro. Tenemos que dejar de engañarnos. Hay otro amor más constructivo, apacible, sosegado, nutritivo, e igual de activo y divertido. Porque el gran amor no daña.
→ El poder es algo sexy, por eso es fácil caer en la tentación de esta clase de hombres seductores en su forma de ser y hacer. Pero con este tipo de ‘personajes’, hay que andar con pies de plomo. Lo que más les gusta es la fase de la conquista y cuando esta finaliza es muy probable que vuelva a empezar la misma… pero sin ti. Son tiburones en los negocios y en la cama.
→ Aunque intenta que creas que no se fija en otras mujeres, sus miradas se le escapan y acabas pillándole dejándote a la altura del betún y avergonzándote a cada lugar que vais.
→ Ante las pequeñas discusiones siempre le entra sueño y zanja el asunto con frases como: ‘eres una exagerada’, ‘ya se te pasará’ o la temida frase de ‘¿cariño estás con la regla?’. ¡Que se entere de lo que es tener la regla!
→ Siempre son antes los demás que tú y te acaba posponiendo frente a otras prioridades. Si vienen sus colegas a su casa, te despacha rápidamente y si son los compañeros del trabajo los que han celebrado la fiesta de solsticio de verano el día de tu cumpleaños, se justifica con un ‘cariño mañana lo celebramos, si tenemos toda la vida para estar juntos’.
Ponle a prueba ¡con el sexo!
El sexo puede ser un truco infalible para poder descartar al hombre equivocado. Generalmente muchos enmascaran sus verdaderas intenciones, con citas románticas, palabras bonitas y gestos de auténtico caballero español, con un solo objetivo: acostarse contigo. Pues, ¿para que retrasar más el momento? Si te apetece tener una relación de cama, no le des más bola y aprovecha la ocasión para saber cuáles son realmente sus intenciones.
Si después piensa que eres una chica fácil porque te has acostado con él a la primera de cambio; si no da señales de vida y al llamarle te dice tajante que está desbordado de trabajo; si notas que está evasivo y te rehuye… La historia está clara. No te lamentes después de este episodio. Eres tú quien le has utilizado como objeto sexual, desenmascarándole antes de llegar a más.
Lo que nunca tienes que hacer
Pero que funcione una relación no sólo depende de él, tú también juegas un papel muy importante. Hay cosas que es conveniente que no hagas durante los primeros meses para no estropear nada. Con determinadas actitudes puedes provocar el derrumbe en un instante de algo bonito que puede germinar en algo duradero.
→ No te imagines lo que él ha vivido antes de estar contigo. A menos que tengas 15 años, es habitual que tu novio haya tenido una vida emocional, sentimental y sexual antes que aparecieras tú. No te consumas pensando si quiso más a sus ex que a ti o si el sexo con las otras era más divertido que contigo, y mucho menos le reproches sobre cosas que pertenecen al pasado. Si te habla de su vida anterior y te molesta, díselo sin ningún tipo de prejuicio, sólo así conseguirás ahuyentar los fantasmas del pasado.
→ Las escenas de celos bórralas de tu mente… al menos por ahora. Y más por tonterías que no vienen a cuento, como por ejemplo el eterno dilema de las ex. Si se lleva bien con ella consigue hacerla tu aliada, tendrás mucho camino ganado. Además, tendrás la seguridad de que si vuestra historia no cuaja, siempre hablará bien de ti.
→ Evita hablar de tus ex parejas, al menos al principio. Quizás haya muy buen rollo entre vosotros y os halláis jurado sinceridad el uno al otro. Pero en ocasiones el refrán de ‘ojos que no ve, corazón que no siente’ funciona mejor. Si no paras de hablar de tus otras relaciones, puede sentir que está constantemente compitiendo por ti, aunque no sea cierto.
→ Seguro que estás ilusionada, pero nada de ‘te quiero’ en la primera cita. Siempre hay un fondo de reciprocidad en dicha expresión, que conlleva una espera: ‘¿tú también me quieres?’ Hablar de sentimientos está bien en estos primeros meses, pero sin presión. A veces es preferible que te digan ‘me gustas’ o ‘me encanta nuestra relación’. Reserva esta palabra cuando realmente estéis preparados para dar el siguiente paso. Si no, una de dos, o pensarás que lo dices con asiduidad y no lo tomará con el valor que realmente merece; o quizás lo asocie a compromiso eterno y salga corriendo antes de darle tan si quiera la oportunidad de conocerte mejor.
→ No seas agobiante. Es habitual caer en el deseo constante de hablar o saber qué hace el otro minuto a minuto o dónde está. Si ya le has dejado un mensaje en el buzón de voz, le has enviado un sms y le has dado un ‘toque’ en Facebook, no insistas más, te llamará cuando pueda… o quiera.
→ Si ante una situación tú esperabas una reacción diferente, no te precipites en pensar que las cosas van mal. Habla con él de forma amigable y reconoce tu malestar por su forma de actuar. Quizás él lo haya interpretado de diferente forma y tú acabes echando por la borda una bonita relación por un malentendido.
Consejos para los primeros días de relación
Ahora que ya sabes a las actitudes a las que debes sacar tarjeta roja y las ‘escenitas’ que debes evitar para que salga corriendo, te damos algunos consejos infalibles para tus primeros meses de relación.
→ No tengas miedo a tomar la iniciativa. En ningún sentido, tanto para expresarte de forma abierta sobre la relación, como en la cama. Tomar la iniciativa no es cosa sólo de hombres. Dar el primer paso hará que tu pareja vea que eres una persona decidida que sabes lo que quieres y que llevas el control de tu vida. Por supuesto, no hace falta que seas un ‘teniente-coronel’, también hay que tener en cuenta los deseos del otro.
→ Hazte las preguntas adecuadas. ‘¿Me divierto con él?, ‘¿puedo contárselo todo?’, ‘¿comparte mis valores morales?’. Conocer al máximo al otro es una de las claves del éxito.
→ Hablad, hablad y hablad. De todo lo que os apetezca y os parezca apropiado. Pero si hay algún tema de conversación que consideréis prematuro, díselo. No creas que es un mal presagio o que él no está interesado, sólo hace falta algo de tiempo y de confianza para abriros el uno a el otro. El respeto es fundamental.
→ Aprender a ceder. No es una cuestión de quien puede más en la relación. Ante los problemas lo mejor es encontrar soluciones que os beneficien a ambos. Si no estás de acuerdo en algo, evita responder con un ‘No’ categórico, e intenta hacer una contrapropuesta.
→ La familia y los amigos en pequeñas dosis. No porque a ti te parezcan fabulosas tus amigas, a él le tienen que caer bien a la primera. Hay que acostumbrarse poco a poco.
→ Equilibrio ideal entre intimidad y distancia. Es normal que al principio deseéis estar a todas horas juntos, pero conviene no aislarse de las otras relaciones sociales. Asegúrate de que ninguno de los dos pierde contacto con sus amistades