En el placer entran en juego otros factores
Por Elizabeth Araujo / El Nacional / GDA
No hay día en que un hombre, soltero o casado, cruce el umbral
del consultorio para hacerle al sexólogo las mismas preguntas
inquietantes acerca del pene. Es natural. Ungido en objeto de culto que
prácticamente define la masculinidad, el miembro viril es motivo de
preocupaciones por los muchos secretos que oculta.
“Lo primero que
quieren saber es si su tamaño es normal”, explica, casi aburrido de
repetir la misma respuesta, el especialista Luis Edgardo Amarista.
El
psiquiatra y sexólogo lo llama “síndrome del vestuario”, tomando
prestado el término que acuñó Antoni Bolinches, psicólogo clínico
español y autor de libros sobre la sexualidad. “Se trata de la
percepción que tiene uno de cada tres hombres sobre el tamaño de sus
genitales al compararlos con los de otros varones”. Amarista lo define
como un tema ocioso, ya que puede ser que el pene de quien pregunta sea
tamaño estándar o inclusive superior a la media. “Pero basta con ver a
otro hombre desnudo o mirar el cine porno para sentir ese complejo
gratuito, cuando lo que importa es satisfacer a la pareja”, como afirma
Bolinches, al señalar que la autoafirmación masculina se ha basado
siempre en la potencia y en el tamaño. “Muchos hombres no tienen el pene
pequeño, sino la vivencia desproporcionada de que es así, lo cual es un
defecto de la cultura falocrática actual”.
Los sexólogos aseguran
que un pene de entre 14 y 16 centímetros de longitud y de 3 de diámetro
llenará la cavidad vaginal y facilitará el orgasmo coital, además del
efecto erotizante que su visión pueda proporcionar. Lo que sí es cierto
es que en el placer entran en juego otros factores, como la capacidad de
la mujer para provocar contracciones musculares y un sinfín de
condicionantes físicos y psicológicos.
Práctica saludable
Para los especialistas no está de más, de vez en cuando,
volver a mencionar el deporte favorito masculino, después del fútbol o
el béisbol. Se trata de la masturbación. Un estudio realizado por el
fabricante de juguetes para adultos, AdamandEve, revela que 27% de los
norteamericanos se masturba una o dos veces a la semana. Una cifra
sospechosamente baja, particularmente cuando la ciencia ha demostrado
que ser el maestro de su propio placer puede traerle beneficios
adicionales a la salud. La especialista en sexología Gloria Brame define
la masturbación como parte de una vida sexual sana. “De hecho, nos
hacemos más daño físico al cepillarnos los dientes que al masturbarnos”.
Cita
una investigación realizada en Australia –no del todo aceptada por los
urólogos consultados–, que afirma que los hombres que eyaculan más de
cinco veces a la semana disminuyen en un tercio sus posibilidades de
desarrollar cáncer de próstata. Brame explica que muchas de las toxinas
que causan las enfermedades se alojan en el tracto urogenital, y cuando
“limpiamos las tuberías” afloran los agentes nocivos del organismo.
¿No lo sabía?
Nuevas
investigaciones sobre el miembro viril echan por tierras ciertos tabúes
de amplia difusión en el “sexo fuerte”, pero confirman algunos trabajos
médicos. Por ejemplo, un estudio realizado por un fabricante de
sildenafil revela que fumar puede acortar el pene casi un centímetro.
Como las erecciones dependen del correcto flujo de la sangre y el tabaco
calcifica los vasos sanguíneos, se dificulta la circulación eréctil.
Otra noticia confirmada por urólogos es que la próstata grande
puede causar tanto disfunción eréctil como eyaculación precoz. Se sabe
igualmente que el orgasmo medio en un hombre dura 6 segundos. El de las
mujeres, 23 segundos, lo que equivale en ellas, en duración, a 4
orgasmos del macho.
Se dice que hay dos clases de penes: los que
se expanden y crecen cuando llega la erección y los que parecen grandes
todo el tiempo, pero apenas crecen cuando llega la erección. Un trabajo
del Instituto Médico Howard Hughes y la Universidad de Stanford en
California publicado por la revista Nature apunta que la pérdida de
ciertos fragmentos de ADN durante la evolución puede ser la razón de
que, por ejemplo, los hombres carezcan de “huesecillo” en el pene, las
espinas de queratina que caracterizan a muchos otros mamíferos, desde
los macacos a los ratones. La eliminación de la espina del pene aumenta
la duración de las relaciones sexuales en comparación con los animales.
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