El huracán Raymond -de
categoría uno- seguía perdiendo
fuerza este martes pero permanecía frente a la costa del océano Pacífico mexicano, una zona donde hubo algunas
evacuaciones preventivas, con el
recuerdo aún de los destrozos causados en septiembre por otro ciclón.
Raymond era "apenas
un huracán", reportó este martes por la tarde el Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos, que señaló que
el sistema se detuvo después de
registrar un ligero movimiento, aunque aún puede acercarse hacia la costa.
Raymond, que llegó a ser el primer huracán de categoría tres de la temporada en México, se fue
debilitando este martes hasta la categoría uno, de un total de cinco que contempla la escala de Saffir-Simson.
El huracán mantiene
vientos sostenidos de 120 km/h y rachas de 150 km/h, indicó el oficial Servicio Meteorológico Nacional mexicano (SMN).
Ese organismo mantiene
la máxima alerta para la zona costera entre Tecpan de Galeana (estado de
Guerrero, sur) y Lázaro Cárdenas (Michoacán, oeste).
Raymond se encontraba a las
00:00 horas GMT a 160 km al sur-suroeste de Zihuatanejo y a 225 km al
oeste-suroeste de Acapulco, ambos importantes
destinos turísticos de Guerrero.
Las lluvias
torrenciales provocaron que unas 1.500
personas hayan sido evacuadas de sus casas en Guerrero y Michoacán,
mientras que las escuelas fueron
cerradas en algunas comunidades, se
cerraron puertos y los planes de pasar
días en la playa fueron suspendidos por muchos turistas en Acapulco y
Zihuatanejo.
Autoridades mexicanas han advertido que, pese a su
debilitamiento, el peligro por el
huracán no cesará hasta que se confirmen los pronósticos de que entre las
últimas horas de este martes y el miércoles virará su rumbo hacia el oeste internándose en el océano y alejándose
de territorio mexicano.
El SMN ha advertido que el ciclón puede provocar "inundaciones en áreas urbanas, deslaves en
zonas montañosas, incluyendo tramos carreteros, así como desbordamientos de
ríos" en Guerrero y Michoacán.
Guerrero aún no se ha
recuperado de los destrozos del huracán Manuel, que embistió el sur del territorio mexicano por el lado
del Pacífico a mediados de septiembre pasado. Ese fenómeno meteorológico
fue casi simultáneo al ciclón Ingrid,
que ingresó por el Golfo de México.
Ambos dejaron al menos 157 muertos y 1,7 millones de damnificados.
Acapulco sufrió
entonces inundaciones en la mitad de su territorio por Manuel, con decenas
de habitantes rescatados de los techos de sus viviendas por helicópteros, y quedó incomunicado durante días por los
deslaves que bloquearon las salidas por carretera y por la inundación de su
aeropuerto.
"Apenas
estábamos comprando los colchoncitos, la salita y otras cositas que perdimos
con 'Manuel', porque el agua se llevó todo, y ahora estas lluvias nos tienen en
alerta otra vez", dijo este martes a la agencia AFP Esperanza Hernández, vecina de Llano Largo, un barrio de
Acapulco.
La mujer se lamenta mientras coloca los muebles recién
comprados sobre ladrillos para evitar que se mojen con el agua que ha empezado
entrar a la casa.
Turismo resguardado
En Zihuatanejo,
los turistas con reservas hoteleras "cambiaron
sus fechas de estadía" desde el pasado fin de semana y a los pocos que
llegaron -estimados en unos 1.500- "les
estamos pidiendo que no salgan del hotel", Zandra Almada, gerente del
Hotel Villa Mexicana.
"Nosotros no
sabíamos del huracán, así que (estamos) comiendo algo rápido para regresar al
cuarto porque sí sabemos del último" ciclón Manuel, dijo en el
desértico restaurante de ese hotel Erin Hopkins, quien viajó desde Seattle
(EEUU) con su esposo y otra pareja de novios, mientras observaba la constante
lluvia y el mar bajo un cielo completamente nublado.
El recuerdo Manuel
llevó a algunas personas a resguardarse en refugios habilitados de Zihuatanejo,
con capacidad para 4.500 personas.
"En cuanto
escuché la alerta del alcalde en el radio, ni lo dudé, agarré a mis niños y
me bajé (de la montaña) en una camioneta de Protección Civil", dice
aliviada Bartola Hernández, abuela de cuatro niños huérfanos.
Los vientos huracanados de Manuel volaron parte de la casa
de esta mujer, que aún no la ha "terminado de recomponer", así que no
podía correr ningún riesgo, como otros de sus vecinos que creen "que acá abajo hay más riesgo de inundación",
prosigue Hernández.
Muchos otros vecinos
aún no hacían caso a las alertas para trasladarse a los refugios.
"Estamos preocupados. Hicimos un recorrido
por las zonas de mayor riesgo" advirtiéndoles a sus habitantes "lo importante" de resguardarse a un
lugar seguro, pero "desafortunadamente
la cultura de la prevención aún no está muy arraigada", confiesa en el
mismo albergue el alcalde Eric Fernández.
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