Por José A. Delgado /elnuevodia.com
WASHINGTON - Justo antes de empujar a Estados
Unidos hacia un abismo fiscal, el Congreso ratificó anoche y el
presidente Barack Obama convirtió en ley esta madrugada la medida que
reabre a partir de hoy todo el gobierno federal y autoriza elevar el
tope de su deuda pública.
Después de 16 días del primer cierre
parcial del gobierno federal en casi dos décadas, los republicanos del
Senado, que con contadas excepciones nunca asumieron la actitud de todo o
nada de los representantes más conservadores, abrieron la puerta a un
acuerdo con los demócratas que no pudo ser frenado por sus colegas de la
mayoría de la Cámara de Representantes.
El acuerdo –adoptado principalmente con votos demócratas–,
llegó después de que la economía estadounidense sufriera pérdidas de
hasta $24,000 millones, según Standard & Poor’s.
En el
Senado, la legislación fue aprobada 81-18. Los 18 votos en contra fueron
de senadores republicanos, incluidos los cubanoamericanos Marco Rubio
(Florida) y Ted Cruz (Texas), así como Rand Paul (Kentucky), tres
posibles aspirantes a la candidatura presidencial republicano y cercanos
al movimiento Tea Party.
Poco después, la legislación recibió el
visto bueno (285-144) del pleno de la Cámara baja, antes de ser enviada
a la firma del presidente Obama.
Los cientos de miles de
empleados federales que estaban fuera de sus funciones deben prepararse
para regresar a sus funciones esta mañana, anunció la directora de la
Oficina de Presupuesto y Gerencia de la Casa Blanca, Sylvia Mathews.
“Dimos una buena pelea, pero no ganamos”, dijo a una emisora
radial el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John
Boehner, al conceder la derrota frente al presidente Obama y el líder
de la mayoría demócrata, Harry Reid (Nevada), que nunca aceptaron
disminuir la reforma federal de salud.
Los más conservadores –bajo
fuego dentro y fuera de su partido ante su empeño en condicionar, sobre
todo, la reapertura del gobierno federal a impedir el avance de la
reforma de salud, Obamacare–, culparon a los moderados de su partido por
debilitar los esfuerzos de la mayoría republicana de la Cámara baja,
hasta el punto de que se quedaron sin contraoferta para evitar que
Estados Unidos cayera en riesgo de incumplir sus obligaciones.
La
legislación autoriza a subir el techo de la deuda pública, que ahora
alcanza $16.7 billones, hasta el 7 de febrero de 2014, y financia el
presupuesto federal hasta el 15 de enero próximo, con la esperanza de
que haya un acuerdo abarcador sobre asuntos fiscales y tributarios para
el 13 de diciembre de este año.
También garantiza que los cerca de 500,000 empleados
civiles federales que aún estaban fuera de sus trabajos puedan recibir,
de forma retroactiva, los ingresos dejados sin devengar.
Otro
apartado permite reembolsar a los gobiernos de jurisdicciones locales
–incluido Puerto Rico–, los gastos en que hayan incurrido para
sustituir servicios federales durante el ‘impasse’ de los pasados 16
días.
En Puerto Rico, el fin del cierre parcial federal significa
también el regreso al trabajo de unos 4,000 empleados civiles y la
reapertura de atracciones turísticas, como El Morro y San Gerónimo.
La
única referencia en la legislación de consenso sobre Obamacare persigue
reforzar la verificación de los ingresos de los ciudadanos que tendrán
acceso a un subsidio gubernamental al adquirir un plan médico.
“Esta
lucha no ha terminado”, dijo el republicano Mike Lee (Utah), quien
junto a su colega Cruz encabezó desde el Senado los fallidos esfuerzos
por darle un golpe sustancial a la reforma de salud, la ley que puede
resaltar el legado doméstico del presidente Obama.
Al borde del desastre
El
secretario del Tesoro, Jack Lew, había pronosticado una catástrofe
económica y una crisis financiera similar al desplome bancario de 2008
con repercusiones a nivel internacional, si el Congreso no autorizaba
elevar el tope de la deuda pública antes de hoy.
“Nuestro país estuvo al borde de un desastre”, indicó el senador Reid.
“Ha sido un cierre negligente e innecesario”, dijo la portavoz demócrata en la Cámara, Nancy Pelosi.
Junto
al líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell
(Kentucky), Reid se encargó de finalizar el preacuerdo alcanzado el
lunes por un grupo bipartidista de 12 a 14 senadores, una vez Boehner
se convenció de que no tenía un plan que pudiera lograr el respaldo de
la mayoría cameral.
Inicialmente, los más conservadores de la
Cámara rechazaron que al preacuerdo del Senado se le añadiera una
enmienda que buscaba eliminar un impuesto de 2.3% a dispositivos
médicos, y tachar otro arbitrio a empresas y sindicatos por cada persona
de su organización con un plan médico.
Pero, el boricua Raúl
Labrador (Idaho) –quien votó en contra de la legislación–, dijo ayer que
fueron grupos de moderados y proindustria los que objetaron el segundo
plan del miércoles de Boehner, que se hubiese limitado a quitarle la
aportación gubernamental a los planes médicos del Presidente de EE.UU.,
los miembros del Gabinete y todo funcionario del Congreso.
Labrador
considera que Boehner fortaleció su liderato al mantenerse firme junto a
los más conservadores vinculados al Tea Party que intentaron forzar una
negociación sobre aspectos fundamentales de Obamacare. En la reunión de
la conferencia republicana de ayer en la mañana en que anunció su
intención de permitir el avance del plan del Senado, Boehner recibió un
caluroso aplauso de su caucus.
En la votación de anoche, Boehner
dejó a un lado la regla interna de que cualquier medida tiene que contar
con el apoyo de la mayoría de los miembros de su caucus para poder ser
aprobada. Solo 87 republicanos votaron a favor, 144 se opusieron y uno
no estuvo presente.
Si el comité de conferencia que debe buscar un
acuerdo fiscal y tributario para la próxima década no logra un consenso
en dos meses, el Congreso volverá a estar otra vez al borde de un
precipicio fiscal al comenzar 2014.
El demócrata boricua José
Serrano (Nueva York), espera que los republicanos hayan aprendido que
“no pueden obsesionarse con una ley”.
La batalla clave será la de
las elecciones legislativas de noviembre de 2014 en que se renovarán los
435 escaños de la Cámara baja y un tercio de los 100 del Senado.
Republicanos moderados han pedido a los más conservadores que piensen en
la imagen de su partido.
“Si seguimos este camino –afirmó el
senador Lindsey Graham (Carolina del Sur)–, el daño al Partido
Republicano va a ser a largo plazo”.
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