Síndrome repentino de separación marital

Se necesitan dos personas para que un matrimonio funcione, y solo una para que termine
Hay muchas señales de problemas maritales serios. (Thinkstock)
Por El Comercio, Ecuador / GDA
Suele suceder. Intentando sonar casual, alguien comenta: "Me quedé muda, él me dijo que no había sido feliz en nuestro matrimonio de siete años. ¿Cómo podía haberlo imaginado? ¿Por qué no dijo nada todo este tiempo? Ahora quiere el divorcio porque ya es demasiado tarde y no le interesa intentar de nuevo". Es una queja que se escucha a menudo en el mundo entero, no importa en qué idioma se la haga. Otra mujer cuenta que cada cierto tiempo ella trataba de explicarle a su pareja que se sentía poco importante dentro del matrimonio, y entonces él hacía un esfuerzo para involucrarse más, pero eso duraba solo un par de meses. Finalmente, ella le dijo que estaba harta y que quería el divorcio. Él se asombró y se enfureció, pero prometió cambiar. Ella ya no le creyó.
Según la doctora Lisa Bower, consultora matrimonial y escritora de temas de pareja, son cada vez más frecuentes los casos de quienes se quejan del famoso síndrome repentino de separación. "A menudo las parejas saben cuándo su matrimonio está en riesgo, pero me sorprende la frecuencia de visitas a mi consulta en las que solo uno de los dos parece darse cuenta de la seriedad del problema. En el centro de esto está siempre un modelo de comunicación deficiente. A veces uno de los dos se esfuerza por expresar insatisfacción, pero el otro no escucha. No oír ni querer enfrentar el problema es más común, pero no exclusivo de los hombres", señala.
Añade que a menudo el esposo piensa que su labor es simplemente ser un buen proveedor, y que sacrificar tiempo con la familia es parte del precio que los hombres pagan. Esto es así incluso cuando la mujer es una contribuyente financiera significativa.
Encubierta está una incomodidad que incluye temas como la intimidad. Los hombres típicamente ven a las mujeres como más hábiles para manejar sentimientos, y como ellos tienden a enfrentar la mayoría de situaciones como una pérdida/ganancia, a menudo tratan de evitar confrontaciones, porque sería como patinar en ‘hielo delgado', y saldrían ‘perdiendo'. Ellos tienen más dificultad para expresar emociones que no sean la rabia, mientras que las mujeres son muy articuladas respecto a lo que sienten. Así que el intercambio de sentimientos típicamente consiste en comentarios muy breves por parte de ellos, que se intercalan entre los extensos discursos de sus esposas.
"Esta inequidad aparente es manejada mediante etiquetas que los hombres ponen a sus mujeres, culpándolas por ser demasiado emotivas. Esto es parte de un tema más amplio que deriva del esposo/fuerte y de la esposa/débil, roles que sí existen en muchos matrimonios. La mayoría de mujeres, sin importar sus propios logros, quiere un marido ‘fuerte' que llena las aspiraciones y fantasías de tener un proveedor/protector; y los hombres, de forma recíproca, creen que su sentido en la vida es proteger a sus esposas, sin importar lo que eso signifique en el mundo actual. En definitiva, estos roles son una piedra en el camino de la comunicación honesta y abierta, y pavimentan la vía hacia la famosa ‘sorpresa' que llega con el anuncio de que el matrimonio está en serios problemas", dice la autora.
Hay muchas señales de problemas maritales serios. Las más comunes son ciertos temas recurrentes que no se pueden resolver. Una hostilidad abierta permite que ambos se den cuenta de que algo anda mal, pero el alejamiento es considerado una señal de problemas. La reducción del tiempo compartido como pareja, un círculo de amigos cada vez más pequeño, la merma del afecto y una disminución de la frecuencia de las relaciones sexuales consecuente de esto son señales importantes de que algo anda mal.
"Mi impresión es que en el poco tiempo experimentado por la mayoría de parejas, el matrimonio termina siendo la última prioridad, porque existe la expectativa de que estará allí mañana, y que será entonces cuando se hará algo al respecto. Pero, muy a menudo, de repente ya no está allí, y es demasiado tarde para hacer algo. Se necesitan dos personas para que un matrimonio funcione, y solo una para que termine", señala Bower.
Las parejas deben reconocer sus problemas. Nada es más triste que una persona que durante una consulta con el especialista dice que no tenía idea de que su matrimonio estaba acabado.

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