Enfrenta tu pérdida, aprende a sobrellevar la época Navideña ante la ausencia de un ser querido

Por Ada M. Padró / Especial para Por Dentro
Amedida que maduramos y cumplimos años, aumenta la certeza de que estar vivo es una cadena entrelazada de pérdidas que nos van moldeando como en un horno. El calor de ese horno es el dolor, el vacío y la desesperanza que acompaña la ausencia de seres amados.
Al nacer perdemos la comodidad de vivir a expensas de la madre. En la infancia, no tenemos la libertad de elegir entre quedarnos en la cama o tener que irnos para la escuela. Cuando niños queremos ser “grande” a toda prisa. Y cuando llegamos recordamos con tristeza la niñez. Vamos de una etapa a otra, sin mucha ayuda y perdiendo un poco de brillo e ingenuidad, en el proceso.
Los compañeros de escuela, de la infancia se alejan, porque cada cual escoge su propia ruta. Y aunque de vez en cuando se encuentren y se digan, uno al otro “¡estás igualito!”, dentro de nosotros sabemos que algo ya no es igual, algo se ha perdido. Pero también mucho se ha ganado, aunque sean unas libras de más.
La vida es una rueda en movimiento constante donde se va ganando y se va perdiendo.
Pero cuando perdemos un ser querido, la sensación de pérdida es mayúscula. Si el evento ocurre en plena época navideña, se marca en el alma como un carimbo.
La realidad es que sea accidental o a consecuencia de una enfermedad, la muerte de un ser bien querido es algo terrible, grande y doloroso.
Cuando la muerte ocurre durante las navidades, podemos sentirnos como una O entre muchas X. El bullicio de los anuncios televisivos, la decoración en los comercios y residencias pueden resultar casi ofensivos, como un gesto público de indiferencia ante “nuestro dolor”.
Pero llegará una Navidad en la que podamos haber sanado un poco, sonreír y disfrutar, sin que el sentido de culpa nos agobie. De hecho, el sentido de culpabilidad es uno de los factores que propicia que muchas personas se nieguen a superar la etapa de duelo, la cual podría prolongarse por toda una vida, si no atendemos adecuadamente el manejo de esa pérdida.

La autora es psicóloga industrial organizacional y especialista en Gerontología. Más información en el 787-6901660 o envía un mensaje electrónico a ada.padro@serviciosadapadro.comSi piensas que ya la época navideña no será igual es importante que tengas en cuenta lo siguiente:
• Si el evento es reciente, pretender que todo está normal no necesariamente es una buena opción. Hay que aceptar que algo nos falta.
• Debes aceptar el sentimiento de desolación, de abandono que acompaña la pérdida; negar esa realidad es engañarnos a nosotros mismos.
• Pasa balance de todo lo positivo que esa relación significó.
• Identifica y busca a tu red de apoyo integrada por otros familiares y amigos. Estimula la interacción con personas del grupo de apoyo inmediato y evita la soledad absoluta.
• Si el ánimo es de pena profunda, hay que evitar situaciones donde haya mucha gente riendo y festejando. Esto podría abrir un poco más la herida.
• Las conversaciones deben enfocarse en lo positivo, en cómo esa persona influyó positivamente en tu formación y desarrollo como persona. Y aunque hayas tenido experiencias negativas, aún de esas puedes extraer lecciones de gran enseñanza.
• Una manera de mitigar la pena y el dolor es dedicar tiempo a otras personas que estén pasando por situaciones de necesidad de diversas índoles.
• Desarrolla algún proyecto noble y comunitario a nombre y en honor a esa persona querida.
• Recuerda que en el gran libro que es la Biblia, en el capítulo del Eclesiastés, el gran sabio nos dice que hay tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de luto y tiempo de gala.
• Lo que importa es la calidad de la relación y las huellas que mutuamente se intercambiaron.

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