Señales sutiles de violencia

Muchas de las señales de violencia que se manifiestan a diario son ignoradas
Por Camile Roldán Soto/elnuevodia.com
No hay que levantar la mano o la voz. La violencia puede manifestarse de formas sutiles y ocasionar daños nada leves. En escenarios tan diferentes como la calle, el trabajo o el hogar están presentes a diario estas expresiones disimuladas conocidas como microviolencia.
“El problema es que por lo tenue que pueden ser la persona no las reconozca pero crean daño igual”, explica el doctor José Rodríguez Gómez, sociólogo y catedrático de la Universidad Carlos Albizu.
Algunos ejemplos en la relación de pareja: cada vez que discuten se niega a hablarte por días, busca restringir tus actividades, te menosprecia o ridiculiza como dicen por ahí “en broma pero en serio”.
En el escenario laboral también ocurren continuamente situaciones de violencia sutil aunque se expresan de otras maneras. Así queda establecido cuando se denigra a un compañero, se le margina o ignora a causa de limitaciones particulares o celos profesionales.
Por último, pero no menos importante, en la calle se observan todos los días este tipo de actos en interacciones entre conocidos y desconocidos. Insultos de conductor a conductor, faltas de respeto en la fila del supermercado o menosprecio de las necesidades de nuestros semejantes, incluyendo a los animales, son formas de violencia.
¿Qué provoca estas acciones? ¿por qué muchas veces las toleramos?
La doctora Vivian Rodríguez Del Toro observa que todos tenemos la capacidad de ser agresivos. La agresividad es parte de nuestro inventario de reacciones. Por diferentes razones, erróneamente, las reacciones agresivas se han vuelto cotidianas para muchas personas.
“Una de las cosas que más afecta es vivir en estado de mucho estrés e inseguridad”, comenta Del Toro.
Otros factores, según los enumera la doctora Aida Jimenez Torres, son el uso y abuso de substancias controladas, en particular el alcohol. Los problemas económicos, la pobreza, la frustración laboral, un bajo nivel de educación, la discriminación y los problemas familiares. En esta época la campaña electoral, observa la sicóloga, puede incitar a la violencia la conducta insultante de quienes aspiran a liderar el País.
Los procesos de socialización también influyen marcadamente en nuestra forma de comportarnos y tratar a los demás. Es decir, si viviste en un entorno violento y así fue que aprendiste a resolver las situaciones puedes actuar de esta manera de forma casi automática o asumir que ser tratado así es lo natural.
“Es como un ciego que no ha visto. Cuando le recetan lentes y se corrija su problema visual entonces ve claramente”, señala Rodríguez.

Tristes consecuencias
La violencia es una cadena. Afecta particularmente a quien la recibe en primera instancia, pero siempre termina impactando también a quienes le rodean.
“Las conductas agresivas promueven conductas y respuestas agresivas aumentando la violencia en una sociedad y trayendo como consecuencias un aumento en criminalidad y problemas de salud física y mental que afecta tanto a víctimas como a victimarios”, plantea la doctora Jiménez, miembro activa del Grupo de Interés de Prevención de Violencia y Criminalidad de la Asociación de Psicólogos de Puerto Rico.
Menciona entre algunas consecuencias físicas de la violencia a nivel individual y colectivo las siguientes: aumento en enfermedades crónicas, estrés, homicidio y lesiones graves. También el suicidio, el aumento en problemas de salud mental, problemas de autoestima, ansiedad, temor, aislamiento y abstención electoral.
“Lamentablemente, y lo que suele ser más común, es que las personas que más queremos son las más que afectamos cuando sentimos mucho coraje o impotencia”, precisa Del Toro.

Otra convivencia
Frente a las tensiones cotidianas o las imprevistas, todos tenemos la capacidad de buscar alternativas para mantener el control.
Sin embargo, hay quienes han convertido la agresividad o la violencia parte de su temperamento. Para detener este ciclo, los expertos coinciden en la necesidad detenernos a reflexionar sobre nuestras formas de reaccionar.
Si notas que la agresividad y la negatividad dominan tu temperamento busca estrategias para cambiar. La tendencia a responder con faltas de respeto, ataques personales o gritos son señales que debes observar.
Del Toro recomienda utilizar la estrategia del semáforo. Consiste en pensar, detenerte y luego actuar.
También funciona anticipar los momentos que pueden hacerte estallar y planificar una manera diferente de enfrentarlos. Por ejemplo, ante una discusión acalorada, opta por una respetuosa retirada para calmar el ánimo. Trucos tan sencillos como contar hasta 10 o sentarte a respirar conscientemente pueden evitar grandes malos ratos.
En el ámbito familiar, especialmente cuando se está a cargo de niños, es importante organizar el tiempo.
“Si las mañanas son un estrés, quizás haya que levantarse un poco antes. Hay que evaluar cuan efectivas son las rutinas y cambiarlas si es necesario”, comenta Del Toro.
Algunas veces es necesario recurrir a ayuda profesional para aprender a modificar conductas o salir de un ciclo de violencia.

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