Estévez aclaró que el insumo fue comprado por los productores, como siempre, con todas las certificaciones de que era un producto orgánico, por lo que, según dijo, desconocían que el producto poseía componentes químicos.
Dijo además que lo que posee el químico es la cascara de los bananos, por lo que su consumo no representa ningún peligro.
“Hasta donde sabemos, ningún humano que habita en los países mínimamente desarrollados, se come la cáscara del banano, sino mas bien, los pela, tira la cáscara al zafacón y degusta las fruta”, expresó.
Los bananeros mostraron su preocupación ante la pérdida que significaría en lo inmediato que Europa no reciba tres embarques de bananos que ya estaban en el mar al momento de la prohibición del insumo.
Explicó que ese sector estaría perdiendo unos 30 millones de dólares, “sin medir el efecto que tiene en la imagen del país como un suplidor confiable de la mejor calidad de alimentos orgánicos”.
Estévez reconoció los esfuerzos que ha desplegado el Ministerio de Relaciones Exteriores al fin de gestionar una dispensa, por cuatro semanas, para que la fruta que ya llegó al puerto o está en tránsito marítimo hacia varios destinos europeos, se pueda comercializar.
Los productores de bananos decidieron apoderar dos firmas de abogados extranjeras y local para llevar el caso ante los tribunales de Europa y de Estados Unidos desde donde provino el insumo Biolife, certificado como biológico.
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