| Toshio Ogawa, ministro de Justicia japonés |
Desde julio de 2010 no había habido ninguna ejecución en el archipiélago nipón, donde 132 condenados permanecen en los «corredores de la muerte» sin saber cuándo serán colgados
Con el medieval método de la horca, tres presos han sido ejecutados este jueves en Japón, según confirmó el ministro de Justicia, Toshio Ogawa. Desde julio de 2010, cuando otros dos reos fueron ajusticiados, el imperio del Sol Naciente no aplicaba la pena de muerte, acabando 2011 como el primer año sin ejecuciones en casi dos décadas.
Siguiendo el habitual secretismo que envuelve a los «corredores de la muerte» de este país, donde permanecen 132 condenados, los medios nipones solo han publicado un puñado de detalles sobre los ejecutados, pero no sus identidades. Colgados en tres centros de detención, uno de ellos acuchilló a cinco personas en una estación de tren en 1999, otro mató a dos personas en 2001 y el último a tres en 2002.
2011 fue el primer año sin ejecuciones en casi dos décadas
Según critican organizaciones como Amnistía Internacional, el Gobierno guarda un hermetismo absoluto sobre las ejecuciones y la situación de los internos, que no saben cuándo van a ser ajusticiados hasta el mismo día del ahorcamiento. De hecho, ni siquiera puede dar el último adiós a sus familiares porque estos solo son avisados tras la ejecución.
Reclusos injustamente sentenciados
Hace dos años, la entonces ministra de Justicia, Keiko Chiba, una antigua abogada socialista que siempre se había mostrado contraria a la pena capital, acabó firmando dos órdenes de ejecución, generalmente reservada para homicidios múltiples. Rompiendo la opacidad oficial, Chiba permitió luego a los medios acceder al patíbulo del Centro de Detención de Tokio, que pudieron ofrecer así las primeras imágenes de unos lugares hasta entonces desconocidos para la mayoría de la sociedad.
En el «corredor de la muerte» aguarda Shoko Asahara, líder de la secta «Verdad Suprema»
Esperando su día, en el «corredor de la muerte» aguarda Shoko Asahara, el líder de la secta «Verdad Suprema», condenado a muerte por el atentado con gas sarín perpetrado el 20 de marzo de 1995 en el metro de la capital japonesa, que costó la vida a 12 personas y causó cientos de heridos.
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