Radiografía de la persecución a los homosexuales en África

Uganda quiere encarcelar de por vida a los gays practicantes. En Somalia, Sudán Mauritania y el norte de Nigeria se les castiga con la muerte. 36 países del continente penalizan las relaciones entre personas de igual sexo
A falta de democracia, buenas son las cazas de brujas (más aún, si son de alcoba). Según datos de la organización ILGA, una de las principales asociaciones internacionales en defensa del colectivo homosexual, en la actualidad, 36 países del continente africano cuentan con leyes que penalizan las relaciones entre miembros del mismo sexo. Y en cuatro de ellos -los 12 estados musulmanes del norte de Nigeria, Somalia (excluyendo la zona de Somaliland), Mauritania y Sudán, incluso bajo pena de muerte.
Situación de los derechos de gays y lesbianas en África
Gráfico: ABC
¿El último en subirse al carro? El Parlamento de Uganda, quien ya ha aceptado debatir una ley contra las relaciones del mismo sexo que, de ser aprobada, podría servir para condenar a cadena perpetua a los homosexuales practicantes.
Como señala a ABC el diputado David Bahati, artífice del proyecto de Ley, el objetivo es «proteger a los niños de la actual promoción que por parte de los medios de comunicación se hace de la homosexualidad, así como detener la financiación de los lobbies occidentales». Para el parlamentario, «es necesario criminalizar unas prácticas antinaturales que tan solo corrompen a la sociedad».

Intimidaciones

No obstante, la fama (o infamia) del diputado le preceden. A finales de 2010, Bahati, miembro del gobernante National Resistance Movement (Movimiento de Resistencia Nacional), ya planteó una propuesta similar para casos de «homosexualidad agravante». Sin embargo, ante la falta de tiempo, la propuesta de Ley no fue debatida durante la anterior legislatura, introduciéndose ahora en el nuevo año parlamentario (que comenzó ayer). Pese a ello, en el nuevo texto la pena de muerte ha sido «condonada» en cadena perpetua.
«En los últimos tiempos, numerosos miembros del colectivo homosexual, así como sus familiares, han recibido amenazas de muerte, ante el pasotismo absoluto del Gobierno. De igual modo, se insta a la mayoría de ellos a que abandonen los negocios que regentan y se pide a los propietarios de los comercios locales que les niegan la venta de productos básicos», denuncia a este diario Julian Onziema, activista ugandés.
Las intimidaciones no son solo verbales. A comienzos del pasado año, David Kato, un conocido defensor de los derechos homosexuales, fue asesinado tan solo dos meses después de que el semanario ugandés Rolling Stone -nada que ver con la publicación estadounidense- publicara una lista de los 100 homosexuales a los que era «preciso colgar». «Es realmente triste que, con los problemas económicos y sociales que atraviesa el país, el Gobierno acceda a debatir una Ley a todos visos inhumana y que atenta contra cualquier derecho», destaca Onziema.
Mientras, el Ejecutivo de Kampala otorga la callada por respuesta. Aunque su posición parece clara: recientemente, los cables del Departamento de Estado publicados por la organización WikiLeaks revelaban como, en un encuentro entre el embajador estadounidense en Kampala y el presidente ugandés Yoweri Museveni, el mandatario africano aseguró que, aunque nadie sería «ejecutado por sus tendencias sexuales» en Uganda, la homosexualidad en África es una «enfermedad» que «no debe ser promovida».

Comportamiento «antinatural»

Eso sí, sus vecinos tampoco le andan a la zaga. En noviembre de 2010, el primer ministro de Kenia, Raila Odinga, ordenó el arresto de todas las parejas homosexuales, ya que su comportamiento resultaba a todos visos «antinatural». De igual modo, Odinga reconoció que el reciente censo realizado en el país demostraba que la población está perfectamente dividida en hombres y mujeres, por lo que «no hay necesidad de este colectivo». No en vano, según establece el Código Penal del país africano (artículos del 162 al 165), las prácticas amatorias con el mismo sexo pueden ser castigadas hasta con 14 años de cárcel. Unas medidas similares a las tomadas en Zambia, Camerún, Eritrea o Etiopía, países que tipifican estas actuaciones como delito (aunque, curiosamente, en muchos de ellos se excluye al género femenino).
Mientras, al sur, camina la excepción. Desde que en 2006 se legalizaran las uniones del mismo sexo, en Sudáfrica ya se han producido más de 3.000 matrimonios. De igual modo, el colectivo está completamente abierto a desempeñar cargos en las Fuerzas Armadas. «Solo pedimos que nos dejen vivir en paz», lamenta el activista Onziema. De momento, en 36 países del continente, no es posible.

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