El ayuno intermitente se ha convertido en una práctica cada vez más popular para quienes buscan mejorar su salud, controlar el peso y sentirse con más energía. Consiste en alternar periodos de alimentación con ventanas de ayuno, lo cual puede hacerse en formatos como 16/8, días alternos o dieta 5:2. Muchas personas deciden probarlo intrigadas por los beneficios prometidos y los cambios que pueden sentirse en tan solo una semana. Descubrir lo que ocurre en el cuerpo durante esos primeros siete días ayuda a entender mejor los efectos reales de esta estrategia alimentaria.
Cambios metabólicos clave durante la primera semana de ayuno intermitente
Durante la primera semana de ayuno, el cuerpo atraviesa una serie de ajustes hormonales y celulares. Al reducir la frecuencia de las comidas, los niveles de insulina descienden, lo que estimula la movilización de las reservas de grasa para usarlas como energía. Este cambio, necesario para empezar a perder peso, es uno de los pilares detrás del ayuno intermitente.
A las pocas horas de comenzar el ayuno, el organismo activa también la autofagia, un proceso natural de limpieza celular que contribuye a la protección ante enfermedades crónicas. Sin embargo, la adaptación inicial suele ser la parte más desafiante físicamente y puede causar molestias leves o cansancio.
El primer y segundo día: adaptación inicial
En los dos primeros días, el cuerpo recurre a sus reservas de glucógeno (el almacén rápido de energía en hígado y músculos). A medida que esas reservas bajan, pueden aparecer sensaciones de hambre, fatiga y cambios leves en el ánimo. Es común experimentar un esfuerzo psicológico al ajustar la rutina de comidas, pero estos síntomas suelen remitir una vez que el metabolismo se adapta a usar la grasa como fuente principal de energía.
Del tercer al quinto día: entrada en cetosis y autolimpieza celular
Superada la etapa inicial, el cuerpo empieza a quemar grasa de manera más intensa. Aparece el estado conocido como cetosis, en el cual los ácidos grasos se transforman en pequeñas moléculas llamadas cetonas, que alimentan tanto el cuerpo como el cerebro. Este proceso viene acompañado de un aumento en la hormona del crecimiento, que ayuda a mantener la masa muscular y favorece la regeneración celular.
Muchos empiezan a notar mayor claridad mental, mejor concentración y una ligera sensación de ligereza física. Es en este punto donde la autofagia cobra relevancia, eliminando residuos celulares y promoviendo una mejor salud interna.
Días finales: estabilización y aumento de la energía
Entre el sexto y séptimo día, los síntomas incómodos tienden a disminuir. El apetito se regula de forma natural y el estado de ánimo mejora. Se produce un aumento en la energía, la concentración y la vitalidad general. Esto se debe a la reducción de la inflamación y a la producción de antioxidantes naturales que acompañan al proceso de ayuno. El cuerpo parece funcionar de manera más eficiente y ligera, lo que motiva a seguir con el método.
Impactos positivos y consideraciones importantes del ayuno intermitente
Una semana de ayuno intermitente puede brindar beneficios medibles en marcadores de salud, aunque los efectos profundos requieren tiempo y constancia. Los niveles de glucosa y la sensibilidad a la insulina mejoran de forma visible. La inflamación sistémica baja y los factores de riesgo cardiovascular, como la presión arterial y los lípidos, muestran signos de mejoría.
Sin embargo, también existen posibles efectos secundarios y no todas las personas deberían practicarlo. La supervisión profesional sigue siendo clave para evitar riesgos.
Beneficios metabólicos y de composición corporal
El ayuno ayuda a reducir la grasa visceral, considerada la más peligrosa, y contribuye a la pérdida de peso total desde los primeros días. Se ha demostrado que promueve mejoras en colesterol LDL y triglicéridos. En personas con sobrepeso u obesidad, este cambio metabólico protege frente al síndrome metabólico y ayuda a mantener la glucosa sanguínea bajo control.
La masa muscular puede mantenerse o incluso aumentar si la alimentación durante la ventana es equilibrada y rica en proteínas, pero la falta de ejercicio y nutrientes adecuados podría llevar a cierta pérdida muscular en ayunos prolongados.
Bienestar mental y protección celular
Otra ventaja clave es la claridad mental que suele percibirse tras algunos días de ayuno. Esto se debe a la mayor producción de cetonas y una mejor regulación de neurotransmisores. El proceso de autofagia también otorga un efecto neuroprotector, ayudando a la prevención del daño celular y fortaleciendo la respuesta inmunitaria corporal.
El ayuno intermitente puede ser aún más eficaz en personas que toman este medicamento
Estos cambios, aunque discretos en la primera semana, motivan a continuar con el método y a experimentar una mejora general del bienestar.
Precauciones y casos en los que evitar el ayuno intermitente
No todo el mundo debería implementar el ayuno intermitente. Durante la adaptación pueden aparecer mareos, irritabilidad, fatiga y baja tolerancia al ejercicio. Personas embarazadas, en lactancia, adolescentes, quienes tienen antecedentes de trastornos alimentarios, o padecen enfermedades crónicas como diabetes o problemas de tiroides, no deberían practicar ayuno sin el aval de un especialista.
Ciertas condiciones médicas pueden agravar los efectos secundarios y complicar el control metabólico, por lo que se recomienda evaluar cada caso de manera personalizada. Fuente: Dany Levito / rpp.pe / Foto: Freepik
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