Muchas veces nos pasa que, de golpe y generalmente después de frotarnos los ojos, vemos lucecitas brillantes que se mueven alrededor de nuestros ojos, como una ilusión óptica. Esos destellos de luz se llaman fosfenos oculares y se originan en el cerebro por distintos motivos.Se dan sin estímulos de luz externos, es decir, no provienen de un ambiente en particular, sino que salen de nuestro cerebro. De acuerdo con la ciencia, pueden ser desencadenados por choques eléctricos o incluso por sustancia ajenas al organismo, como las drogas.
Suelen aparecer al ejercer presión u oprimir nuestros párpados y tras pasar bastante tiempo en la oscuridad o incluso, al contemplar el cielo despejado durante un período prolongado, algo que les sucede frecuentemente a los pilotos de aviones.
Otro momento en el que pueden surgir es por impulsos eléctricos en las sienes. El pionero de este experimento fue Alessandro Volta, quien en el siglo XVIII logró por primera vez inducir la aparición de fosfenos con este método.
Un estudio realizado por T. A. de Graaf y publicado en la revista Brain Stimulation analizó la diferencia entre los fosfenos que aparecen con los ojos cerrados y aquellos que lo hacen con los ojos abiertos. Lo hizo a partir de un experimento en donde los participantes se encontraban en absoluta oscuridad. Los resultados de la prueba arrojaron que el límite de fosfenos fue menor con los ojos cerrados que abiertos.
En tanto, otro estudio realizado por el científico y profesor en Vision Research Institute, István Bókkon, explicó el origen de los fosfenos en “la capacidad del sistema visual de generar información no solo a partir del mundo real, sino también de aquellos inexistentes como las ilusiones, los sueños, etcétera”.
Según el especialista, “el cerebro es capaz de generar señales con débiles luces por medio de procesos de células neuronales que se manifiestan como fosfenos”. Sin embargo, y pese a la gran cantidad de estudios científicos al respecto, aún no ha quedado claro la forma en que éste se adapta a esos estados oculares sin impulsos luminosos del exterior.
Los fosfenos son normales y los experimenta alguna vez en sus vida la mayoría de las personas. No obstante, si aparecen recurrentemente, puede ser necesario consultar con un oftalmólogo para descartar otras patologías. Según los expertos en salud ocular, la aparición recurrente de luces que vienen y van, incluso cuando tenemos los ojos cerrados, puede tener diversos orígenes. Una posible explicación son las migrañas con aura, aquellas en las que al dolor de cabeza habitual se unen en primer término otros síntomas. En este caso, hablaríamos de un aura visual, que provoca que el paciente empiece a percibir destellos luminosos en su campo de visión, antes incluso de experimentar el dolor de cabeza.
Los fosfenos oculares también pueden encontrar su origen en trastornos como el desprendimiento de retina o por la tracción que el humor vítreo -una sustancia transparente y gelatinosa- ejerce sobre la retina, provocando la percepción de luz y, en última instancia, si la adherencia entre el humor vítreo y la retina es muy grande, se genera el desprendimiento de ésta.
También se ha relacionado la aparición de fosfenos con la ingesta de determinadas drogas como el LSD, y de un medicamento antifúngico como el voriconazol. En casos más excepcionales, los centelleos también pueden deberse a inflamaciones en el nervio óptico, a la aparición de enfermedades neurológicas como el infarto cerebral, y a síntomas de un tumor maligno de muy baja frecuencia como el melanoma uveal. / Fuente: TN.com
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