Cárcel Tailandesa organiza un torneo entre asesinos y violadores: el campeón gana su libertad

De a poco vamos perdiendo la capacidad de asombrarnos. Porque hay pocos hechos que curen el alma y sobran las aberraciones. Sucede una, otra, y otra y otra. Ya no se puede distinguir cual es la más perversa.

La última llega desde una cárcel de Tailandia. Los peores internos del presidio de Khao Prik, a 200 kilómetros de Bangkok, tienen una chance de quedar en libertad sin cumplir su condena. Sólo deben anotarse en Prison Fight, un programa creado en 2012 por el cual los delincuentes pueden lograr el indulto si se consagran campeones del torneo de muay thai, una disciplina de lucha libre que es pasión en ese país.

Los combates son violentos. Saben que pueden caminar libremente por la calle si triunfan. Una aberración.
Los combates son violentos. Saben que pueden caminar libremente por la calle si triunfan. Una aberración.

La pasión tiene su historia. En 1764 los birmanos exterminaron a casi toda la población tailandesa de Ayutthaya. Los vencedores dejaron miles de muertos y se llevaron a miles para transformarlos en esclavos.

Los birmanos, envalentonados por su victoria militar, quisieron sumar otra. Los boxeadores tailandeses de muay thai tenían un aura de ser invencibles. Los birmanos decidieron demostrarle a su rey que también ese terreno iban a destrozar a su rival. 

En el torneo sólo pueden anotarse los peores criminales. Los que tienen condenas leves no pueden participar.
En el torneo sólo pueden anotarse los peores criminales. Los que tienen condenas leves no pueden participar.

Eligieron a su mejor guerrero. Los esclavos tailandeses hicieron lo mismo. Los primeros peleaban por un falso orgullo. Los segundos por su vida y su historia. Las motivaciones eran muy diversas.

El boxeador tailandés elegido se llamaba Nai Khanom Tom. El padre del muay thai. Aquel día, ese hombre, se convirtió en mito. Derrotó a su oponente birmano. Al ser dueños de la situación, los perdedores le pusieron un nuevo rival. A pesar del cansancio, Khanom Tom también lo derrotó. Pero los birmanos manejaban el reglamento. Lo enfrentaron a un tercero, a un cuarto, y así sucesivamente. El boxeador tailandés barrió con nueve adversarios, uno detrás de otro. Ya era una leyenda viva.

El rey birmano Alaungpaya se inclinó ante ese hombre. Decidió que ya era suficiente. Como premio, le concedió la libertad él y a todos los suyos, además de darle a elegir entre riquezas y dos mujeres por sus méritos. Era un hombre sin manchas. Ningún delito pesaba sobre sus espaldas. 

Desde ese momento, el 17 de marzo es un día sagrado para los tailandeses y aquella hermosa leyenda se ha convertido en una idea deleznable. Que va contra el recuerdo de aquel luchador y contra los derechos de los tailandeses inocentes. El famoso Prison Fight. Los peores asesinos, pedófilos, violadores y ladrones, pueden participar de él. No así los presos con delitos menores. 

Para los tailandeses el muay thai es algo religioso y forma parte de su cultura.
Para los tailandeses el muay thai es algo religioso y forma parte de su cultura.

En el torneo los prisioneros se van eliminando hasta llegar a la final, en la que deben pelear contra un luchador profesional. Para sumar tristeza, el torneo es televisado, tiene sponsors y hasta mujeres que realizan coreografías entre combates.

El torneo ya tuvo cinco campeones desde el 2012. Uno de los últimos fue Noy Khaopan. Está libre. Camina impunemente por las calles. Tenía que cumplir una condena de once años por apuñalar en la cabeza y matar a un estudiante. Este asesino peleó mejor que los otros presos. Y se fue a su casa. Otro peligroso delincuente suelto. 

"Perdí el control. Estaba borracho y lo maté"
, confiesa Noy Khaopan en el documental Prison Fighters: 5 rounds to freedom. El asesino que se coronó y quedó en libertad. Habría que preguntarles que sienten a los familiares de Anirut Vanichyaron, el estudiante secundario que fue apuñalado y muerto a fines del 2010, por el vencedor del triste torneo. 

Los criminales combaten y tienen derecho a salir en libertad. Los familiares de las víctimas no tienen derechos ni esperanzas de justicia.
Los criminales combaten y tienen derecho a salir en libertad. Los familiares de las víctimas no tienen derechos ni esperanzas de justicia.

Nadie piensa en los familiares de las víctimas. Y la dirección del penal de Khao Prik, en Ayutthaya, se escudan en el carácter religioso del Muay Thai y en que forma parte de la cultura tailandesa. Y esbozan una defensa carente de sustento: "el torneo da a los presos un objetivo, una esperanza. Además, desde que se organiza, disminuyeron el tráfico de drogas y los comportamientos violentos dentro de la prisión".

De a poco vamos perdiendo la capacidad de asombrarnos. Ya no nos asombramos por hechos que hagan bien al alma. Escasean. Lo terrible es que tampoco nos asombramos de los peores actos. Los criminales combaten y tienen derecho a salir en libertad. Los familiares de las víctimas no tienen derechos. Ni tampoco esperanzas de justicia... Fuente: https://clarin.com

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