Cuando la piel habla, hay que ponerle cuidado

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Por El Tiempo / GDA Decir que la piel es el órgano más extenso del cuerpo humano, con una superficie aproximada de 21.5 pies cuadrados y un peso promedio de 11 libras, no es suficiente para resaltar la importancia de este sistema en nuestra salud.

Se trata de la primera línea de defensa contra los estímulos externos y la responsable, así mismo, de contar lo que nos ocurre en el cuerpo. La piel es la pantalla que exhibe nuestras emociones: tirita, se eriza, se colorea y suda, pero también es la vía por la que se pueden manifestar señales de complicaciones internas y el lugar donde el organismo puede plasmar una urgencia. En esa lista de factores, el sol es el rey.
La Sociedad Colombiana de Dermatología apunta que el efecto de las radiaciones ultravioleta a través de los tejidos de la piel origina un proceso denominado estrés oxidativo, el cual es el responsable de las alteraciones en las células y es acumulativo a lo largo de los años de exposición solar en cada persona.
Juan Raúl Castro, médico del Centro Dermatológico Federico Lleras, afirma que en países tropicales, donde el astro se asoma los 365 días del año, la gente está expuesta de manera crónica a esas radiaciones que producen efectos como enrojecimientos e insolaciones.
Existen otros agentes que influyen en que la piel se manifieste. Están, por un lado, sustancias y materiales que al entrar en contacto generan reacciones como inflamaciones, alergias, brotes, manchas y resequedades. Hablamos de productos como jabones, químicos y de limpieza del hogar.
Pero, por otro lado, de acuerdo con la dermatóloga Gladys Melgarejo, hay enfermedades y condiciones que dejan huella en la epidermis, que es la capa externa de la piel, como la dermatitis atópica y la ictiosis, que causan resequedad y agrietamiento; las dermatitis irritativas, provocadas como reacción a sustancias químicas; o los melasmas, o manchas. Una guía para que se cuide.
Inflamaciones y brotes
Estas pueden tener múltiples causas: desde enfermedades complejas como la psoriasis, que tiene origen genético, o la dermatitis atópica; hasta algunas más extrañas como aquellas en las que las defensas del cuerpo atacan la propia piel. Pero, generalmente, sostiene la dermatóloga Melgarejo, se trata de reacciones de la piel al contacto con sustancias externas que estimulan las alergias y las inflamaciones, como jabones disolventes o metales, perfumes, productos cítricos o la misma exposición solar. Hay algunos brotes, por ejemplo, que son producto de enfermedades infecciosas o de reacciones alérgicas a la ingesta de sustancias. La especialista aclara, por tanto, que lo primero que se debe hacer es identificar qué está causando esa reacción negativa, con ayuda de un profesional, abstenerse de usarlo y acudir a cremas específicas que deben ser formuladas por un médico.
Enrojecimiento
El dermatólogo Castro explica que la mayoría de las veces el enrojecimiento es la respuesta directa a los efectos dañinos de los rayos ultravioleta sobre la piel, lo que se conoce como insolación; aunque también puede ser señal de algunas dermatitis. En el caso de que sea lo primero, el especialista sostiene que la recomendación básica, por supuesto, es evitar la sobreexposición, pero si ya se tomó sol en exceso es conveniente el manejo de cremas humectantes y termoprotectoras que mejoren los síntomas. Normalmente, en cuestión de días el enrojecimiento pasa a una descamación, pero si se trata de lesiones crónicas, con otras manifestaciones como ampollas, vaya a urgencias.
Manchas y pecas
Por más que parezcan cosméticas, las manchas y pecas en la piel hay que mirarlas con cuidado, dice Castro. Son, en realidad, un reflejo de que la piel está produciendo más pigmento de lo normal y la mayoría puede ser producto del sol, algunas una seña del envejecimiento crónico y otras la muestra de procesos inflamatorios o efectos adversos de algunas cremas. Pero hay cierto tipo que puede ser mucho más peligroso. Si hay alguna mancha, peca o lunar que presenta cambios anormales, que crece espontáneamente más de un centímetro y toma un color negro con formas irregulares y asimétricas se debe buscar una evaluación profesional con urgencia, ante riesgo de cáncer de piel, afirma Castro. El Instituto Nacional de Cancerología explica que estos pueden ser los primeros signos de un melanoma, un tumor maligno que se origina en los melanocitos, unas células que producen el pigmento de la piel. Este es responsable del 80% de las muertes por cáncer de piel y en Colombia se registran cada año 1,500 casos nuevos. Son factores de riesgo para el melanoma tener más de 100 lunares comunes, pecas, ser de piel blanca y ojos y cabello claros y tener antecedentes familiares y su aparición se asocia, además, con la exposición solar crónica o incluso intermitente, episodios de insolación y exponerse a cámaras de bronceo.
Resequedad
Esta es una manifestación clara de que la piel está siendo incapaz de humectarse a sí misma, según Castro, quien agrega que esta señal más que una enfermedad es una condición que se puede dar como resultado de factores externos como por ciertas enfermedades o el propio proceso natural de envejecimiento.
En climas extremos como el frío invernal, la resequedad en la piel hace que se formen grietas que, con la comezón, sirven de vía de entrada a bacterias y virus generadores de infecciones leves, según alertó hace poco la Secretaría de Salud Pública de México.
El dermatólogo Castro aconseja, en ese sentido, no usar ropas con materiales sintéticos como licras o plásticos, e incluso olvidar el estropajo durante el baño para garantizar que la piel tenga un mejor intercambio de agua.
Protegerse para prevenir
Castro, Melgarejo y la dermatóloga Aída Paola Rojas, del Centro Dermatológico Federico Lleras de Bogotá y miembros de la Sociedad Colombiana de Dermatología y Cirugía Dermatológica, coinciden en que la relevancia del cuidado de la piel en la salud no es conocida por muchos y más bien se piensa que la aplicación de un protector o una crema son suficientes para consentir nuestra coraza.
Rojas subraya que el cuidado de la piel debe ser integral. No solo con el uso de protector solar con el factor adecuado para cada persona (todos por encima de 30) y de la hidratación constante, sino con el autoxamen mensual, que consiste en revisar durante cinco minutos, desnudos frente al espejo, toda la superficie, incluyendo palmas y plantas, en busca de manchas, lunares que hayan cambiado de color, llagas que no sanan u otras anormalidades.
Castro complementa que hay otras barreras de protección que se pueden aplicar en el día a día, y son ropa que cubra suficientemente las extremidades, sombreros, sombrillas y gafas, buscar la sombra en los horarios de mayor radiación ultravioleta (entre 10:00 a.m. y 4:00 p.m.), así como abstenerse de entrar en contacto directo con sustancias abrasivas.
Recuerda...
Según el Instituto Nacional de Cancerología, la sombra puede reducir los rayos ultravioleta en un 50% o más.
Incluso 1.6 pies bajo el agua, los rayos ultravioleta alcanzan una intensidad del 40% respecto a la superficie.
Cuando el día está nublado, también hay que protegerse.

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