El magnesio es ese nutriente esencial que suele escasear de forma notable en nuestro actual estilo de vida. Dicho macromineral lleva a cabo más de 600 funciones metabólicas y actúa como un gran protector cerebral. De hecho, sus beneficios para mejorar los estados crónicos de estrés y ansiedad son tan positivos que muchos científicos lo llaman ya “el valium de la naturaleza”.
El magnesio no es la panacea, esto es necesario dejarlo claro desde un principio. Tomar suplementos a base de este componente no hará que nuestro trastorno de ansiedad se resuelva en pocos días, que se remita el insomnio o que nuestra agilidad cognitiva se triplique. Es un modulador y un potenciador de la buena salud y en especial de la salud neurológica.
El que esto sea así se debe a una razón muy sencilla. La dieta occidental presenta un déficit sustancial en este mineral. Tanto es así que se estima que cerca del 70% de nosotros presenta un nivel bajo de magnesio en el organismo. El origen de todo ello estaría en muchos de los alimentos que consumimos: les falta este nutriente esencial, y les falta porque no se repone en la tierra donde se cultivan. A día de hoy se abona con fósforo, nitrógeno y potasio…
Esto no ocurre por ejemplo en países como Japón. Sus suelos son ricos en este mineral, hasta el punto de que los nipones ingieren de media cerca de 700 miligramos, algo que revierte en su longevidad, en su menor índice de demencias, su mejor salud ósea, etc.
Queda claro, no obstante, que pueden existir muchos más factores, pero las investigaciones al respecto de la terapia de magnesio es extensa y muy fructuosa, hasta el punto de que muchos artículos publicados en la revista Nature avalan los beneficios de este nutriente para nuestra salud psicológica.
El magnesio se ha puesto de moda, no podemos negarlo. Lo vemos a diario en herboristerías, en farmacias e incluso en nuestros supermercados. Hemos oído hablar tanto de sus virtudes que podríamos decir que hay casi una auténtico “culto” hacia este nutriente. Sin embargo… ¿qué hay de real en todo ello?
Lo primero es incidir una vez más que sus beneficios radican en un aspecto muy concreto: la dieta moderna y los cultivos actuales son deficitarios en magnesio debido a la agricultura industrial y el abono artificial. Tan simple como eso. Lo más curioso de todo ello es que a medida que se reducen las reservas de este mineral, lo primero que notaremos es una mayor sensibilidad al estrés y la ansiedad.
Sin embargo… ¿qué tiene de especial el magnesio? ¿Por qué es tan importante para nuestra salud en general?
El magnesio es necesario para llevar a cabo más de 600 funciones metabólicas, sin embargo, en los últimos 50 años el déficit en este mineral se se sitúa entre los tres primeros, junto al hierro o la vitamina D.
La evidencia clínica y la experimental nos demuestra que un déficit crónico y grave de magnesio deriva en numerosos problemas neurológicos, tales como la hiperexcitabilidad, convulsiones y síntomas psiquiátricos que van desde la apatía hasta la psicosis. El tema sin duda es serio pero al mismo tiempo esperanzador, porque basta con administrar suplementos de magnesio a muchos pacientes y ver cómo el resto de estrategias clínicas y terapéuticas posibilitan avances significativos.
Una de las cosa que se han descubierto es que el magnesio reduce el estrés y la ansiedad al estimular los receptores GABA del cerebro.
Debemos recordar que el GABA (ácido gamma-aminobutírico) es un neurotransmisor que actúa como relajante de la actividad cerebral. Si este compuesto tiene una actividad baja, el cerebro queda como suspendido en una “hiperactividad” constante.
Cuando el GABA no actúa como debe, aumenta nuestra preocupación, tenemos pensamientos obsesivos, nos despertamos de pronto en medio de la noche con el corazón acelerado y poco a poco, caemos en la desesperante espiral de la ansiedad… Procesos muy desgastantes que el magnesio puede regular.
Este dato es sin duda muy interesante: el magnesio reduce la liberación de las hormonas del estrés, como por ejemplo el cortisol y además, actúa como neuroprotector evitando que llegue hasta el cerebro.
Como ya sabemos el cortisol es uno de los disparadores más peligrosos de la ansiedad, él quien nos provoca por ejemplo la clásica nieblina mental, esa incapacidad para concentrarnos, para razonar con claridad, para ser ágiles en nuestra memoria, rápidos en nuestras reacciones…
Ya sabemos que algo tan básico como tener unos niveles adecuados de magnesio en nuestro cuerpo, favorecerá procesos tan básicos como la relajación muscular o el equilibrio del sistema nervioso. Asimismo, un aspecto que resulta sin duda también muy positivo es su mediación a la hora de producir un nivel más adecuado de serotonina.
La serotonina, como ya hemos explicado en alguna ocasión, es esa hormona que funciona también como neurotransmisor encargada de regular nuestro estado de ánimo. Un nivel bajo, por ejemplo, media en la aparición de los estados depresivos. Sin embargo, si mantenemos una buena producción de serotonina tendremos mayores posibilidades de afrontar nuestro día a día con mayor energía y optimismo. Y el magnesio puede ayudarnos a ello.
¿Cómo saber si debo consumir suplementos a base de magnesio?
Llegados a este punto es muy posible que más de uno esté pensando en acudir ahora mismo a su farmacia y hacer acopio de unos cuantos frascos de magnesio. La estrategia no pasa por esta rápida decisión, no nos precipitemos. Algo que conviene tener en cuenta es que el magnesio no es adecuado para todo tipo de pacientes; puede no serlo, por ejemplo, si tenemos un problema renal.
Por ello, lo más acertado será siempre consultar con nuestro médico, analizar nuestras condiciones y necesidades y valorar si debemos tomar suplementos a base de magnesio, qué tipo y qué cantidades.
Asimismo, nunca está de más mejorar nuestra dieta. Lo ideal, sería siempre recurrir a productos de cultivo orgánico, ahí donde podamos tener la certeza de que la tierra se ha abonado con magnesio, libre a su vez de pesticidas y otros productos que restan nutrientes a la fruta o verdura final. Estos serían algunos ejemplos de esos alimentos ricos en magnesio que deberíamos consumir con mayor frecuencia:
Aguacates.
Salmón.
Semillas de calabaza, de sésamo y girasol.
Chocolate negro sin azúcar.
Perejil.
Semillas de mostaza.
Almendras, castañas y nueces.
Salvado de trigo.
Espinacas.
Lentejas y garbanzos.
Berberechos.
Pasas y ciruelas secas.
Guisantes.
Para concluir, a pesar de que la complejidad del mundo actual con sus presiones y dificultades favorece sin duda el que seamos más sensibles a los estados de ansiedad o estrés, también nuestra dieta más deficitaria en nutrientes da forma a muchos de los problemas de salud o trastornos que podemos desarrollar en un momento dado. Cuidémonos, por tanto, un poco mejor. Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com
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