Al igual que el bostezo, rascarse puede ser un comportamiento contagioso, que se dispara simplemente por ver a otra persona hacerlo. Científicos han descubierto que los ratones comparten la misma respuesta y el descubrimiento podría ayudarnos a identificar los circuitos cerebrales responsables de hacernos sentir la irritación de otros.
Investigaciones previas sobre comportamientos socialmente contagiosos han apoyado y rechazado la idea de que sentir la necesidad de bostezar o rascarse cuando otros lo hacen está vinculado a nuestro sentido de empatía, dejando la causa detrás de un impulso innato tan inexplicable.
Investigadores del Centro para el Estudio de la Picazón, en la Universidad de Washington pensaron que sería más fácil estudiar a ratones de laboratorio que a los primates, pero sólo si el roedor compartía nuestro deseo de rascarse junto con un amigo.
El primer paso fue poner un par de ratones en contenedores vecinos y analizar su comportamiento. Todos los signos indicaban que si un ratón se rascaba, el otro era estadísticamente lo haría también.
Para asegurar que esta reacción se basó puramente en la percepción visual, repitieron el experimento usando un ratón en una pantalla de video, teniendo el mismo efecto.
"Dentro de unos segundos, el ratón en el recinto comenzaría a rascar, también. Esto fue muy sorprendente porque los ratones son conocidos por su pobre visión, utilizan olor y tacto para explorar áreas, así que no sabíamos si un ratón notaría un video.” Explicó el investigador Zhou-Feng Chen.
Las exploraciones cerebrales revelaron que una región en el hipotálamo llamada núcleo supraquiasmático se encendía durante el comportamiento contagioso. Por lo general, esta parte del cerebro controla los ritmos circadianos.
Cuando esto pasa los nervios en el SCN usan una molécula similar a una proteína llamada péptido liberador de gastrina (GRP), un compuesto que Chen y su equipo identificaron en 2007 como un mensajero clave de señales de picor entre la piel y la médula espinal. Cuando GRP fue bloqueado en el cerebro, los ratones dejaron de rascarse cuando vieron a otros ratones rascarse, incluso si en su piel todavía podría sentirse picazón.Por otro lado, cuando les inyectaron GRP directamente en sus cerebros, los ratones se rascaron frenéticamente.
"Cuando un ratón ve otro ratón rascándose, no piensa en que él lo tiene que hacer, en cambio, su cerebro comienza a enviar señales de picazón usando GRP como un mensajero". Explicó Chen.
En el futuro, el equipo espera analizar los circuitos neuronales exactos involucrados, y descubrir exactamente cómo una imagen desencadena una respuesta innata.
No está claro si la misma vía existe en humanos, pero según Chen, no sólo tenemos algo parecido, sino que otros mecanismos socialmente contagiosos también podrían compartir mecanismos similares. Visto en Muyinteresante.mx
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