Como resultado, los médicos del Hospital Adelaide and Meath decidieron intervenir, según informó la revista International Journal of Surgery Case Reports.
En primer lugar, los cirujanos insertaron un endoscopio, un tubo largo, delgado y flexible que cuenta con una luz y una cámara, para que pudieran localizar el teléfono y arrastrarlo fuera del estómago del paciente a través del esófago.
Cuando vieron que la técnica no dio resultado, se vieron obligados a realizar una laparotomía - una intervención quirúrgica que consiste en abrir las paredes abdominales- y el dispositivo, de 6,8 × 2,3 × 1,1 cm, fue recuperado con éxito.
“Como el paciente era un prisionero, el teléfono debió ser enviado como una muestra para un examen forense”, escribieron los médicos en la revista.
Cuatro meses más tarde, los médicos lo volvieron a revisar y notaron que se recuperaba favorablemente.
Cirugías como una laparotomía se utiliza en menos de un por ciento de los casos en el que las personas ingieren elementos del exterior. Alrededor del 10 a 20 por ciento los pacientes se someten a una endoscopía, que es el procedimiento preferido ya que es menos invasivos y no deja cicatrices, concluyeron los médicos.