Este proceso, que influye directamente en la información genética del paciente, ha permitido a la ejecutiva revertir su edad en alrededor de 20 años —tiene 44— gracias a la introducción de una enzima que permitió elongar sus telómeros, los tramos de ácido desoxirribonucleico (ADN) situados en los extremos de cada cromosoma.
Los telomeros casi no contienen la información cifrada, pero son los responsables de la estabilidad estructural del código genético y de su tiempo de vida. Así, la división celular repetida provoca que esas extremidades génicas se acorten y no puedan proteger el deterioro de los cromosomas.
Durante una conferencia, Parrish sostuvo que “las terapias de hoy en día ofrecen escasos beneficios a las personas que padecen enfermedades asociadas al envejecimiento” y que “ciertos cambios en el estilo de vida han limitado el impacto de cualquier tratamiento”, tras lo cual defendió que los avances biotecnológicos son “la mejor solución” y, si sus resultados son lo suficientemente acertados, “haremos historia”.
El método elaborado por BioViva aún debe superar un escrutinio científico a largo plazo y contar con la verificación de una institución sanitaria independiente.