El sostén funciona con un software que monitorea y registra, a través de dos sensores infrarrojos, la temperatura de cada seno, algo fundamental para detectar posibles células anómalas.
“Cuando hay presencia de células ajenas a glándulas mamarias, el cuerpo requiere más circulación y flujo de sangre en la parte específica donde se encuentran las células invasivas, por ello la temperatura de este órgano aumenta”, explicó la estudiante María Camila Cortés Arcila, que participa en el proyecto.
Alumnos y profesores de Ingeniería Electrónica en la UN en la ciudad de Manizales, en el centro del país, participan desde junio en el proyecto, que se ha probado en 189 mujeres, de las cuales 166 estaban sanas, 12 presentaban alguna patología mamaria diferente de cáncer de mama, cuatro padecían cáncer y siete habían sido sometidas a una mastectomía.
Con ellas se probó la efectividad de los sensores y las diferencias en las temperaturas entre pacientes diagnosticadas con cáncer de mama y el resto de voluntarias.
Los investigadores sostienen que no buscan “reemplazar el oficio del médico”, sino mejorar la prevención con este sostén, que ahora buscan desarrollar y comercializar a un precio “asequible para cualquier mujer”.
Por ahora, se informó que se cuenta con un prototipo inicial de la nueva prenda de ropa interior y los investigadores trabajan en el perfeccionamiento de la misma para obtener un producto que pueda ser adquirido en el mercado.