“Nuestra piel tiene una flora microbiana (las bacterias y los hongos que conviven pacíficamente en nuestra piel) que hace que nuestro propio olor corporal sea diferente”, dijo la doctora Elia Roó, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, a Women’s Health.
El olor corporal es producido por dos glándulas: las sudoríparas ecrinas y la apocrina. A esto se suma la sudoración de cada persona y hasta el clima.
La higiene personal y hasta los cambios hormonales también inciden en el olor de un perfume.
Por lo tanto, el resultado en la epidermis es de lo más inesperado y el perfume no huele igual en todas las personas.