Escribir podría parecer un acto automático y cotidiano, pero es más que eso. Quizá se ha vuelto tan rutinario que ya ni siquiera lo valoramos; algo totalmente absurdo si consideramos que la escritura apareció de manera mágica, y que para algunas sociedades primitivas llegó a ser considerada un regalo de los dioses. Ciertamente es milagrosa; de hecho, son muchos los que la han estudiado con detenimiento, llegando incluso a descubrir que algunos rasgos de la personalidad se reflejan en la escritura manuscrita, tal y como lo establece la grafología.
Esta disciplina pretende encontrar características internas de los individuos a través de pistas que aparecen en los trazos plasmados a mano sobre un papel. Quienes estudian la grafología, pueden conocer la forma de ser de una persona al analizar ciertos aspectos de la letra como su tamaño, inclinación, orden, continuidad y dirección. La grafología también ha sido muy útil para el desarrollo de otras técnicas como la grafoterapia. Este método permite modificar de manera consciente la escritura para lograr cambios subconscientes en las personas, con la finalidad de sanarlas. Además, detecta enfermedades o disfunciones en los individuos que pueden ser solucionadas, una vez que se aprende a escribir de una forma diferente. Se trata de reeducar la escritura. Si bien es cierto que la grafoterapia es aún más subjetiva que la grafología, y más delicada porque abarca el ámbito de la salud, vale la pena ponerla en práctica, ya que resulta sumamente beneficiosa para nuestro organismo.
Antes de comenzar con la grafoterapia, se debe realizar un estudio profundo de la escritura de la persona para saber cuáles son los aspectos a modificar. Esto no significa que tenemos que cambiar nuestra forma de escribir por completo: sólo necesitamos variar ciertos movimientos para transformar algunos rasgos. Existen ejercicios que, con mucha práctica y disciplina, permiten mejorar características de nuestra conducta que quizá nos impiden avanzar en la ejecución de nuestros proyectos. Pero en ningún caso, esta técnica pretende cambiar la esencia del individuo.
A grandes rasgos, entre los aspectos que debemos tomar en cuenta a la hora de escribir adecuadamente está el hacerlo ligeramente de manera inclinada hacia la derecha para promover la extroversión y el avance hacia el futuro, y escribir de forma corrida para trabajar la constancia y la capacidad de síntesis. No debemos olvidar colocarle el punto a la letra “i” si queremos favorecer nuestra concentración y atención, y es necesario tratar que las líneas tengan una dirección horizontal para corregir la variación de nuestro estado de ánimo. La grafoterapia no pretende sustituir la medicina ni constituye un examen para diagnosticar enfermedades. Aún así, sigue siendo maravillosa, pues permite detectar y prevenir ciertos trastornos de comportamiento. Y es que al modificar nuestra escritura, producimos cambios en los procesos cerebrales que permiten generar nuevos reflejos.
Entre algunos de los problemas que busca solucionar esta terapia está la hiperactividad, la dislexia, la mala memoria y la inseguridad. También está indicado para tratar los problemas de adicción, mala alimentación, depresión, fobias y estrés. Asimismo, permite desarrollar nuevas conductas en los niños para mejorar sus relaciones sociales y el desempeño en el colegio. En los jóvenes y adultos es magnífico para promover el aprendizaje y solucionar problemas de personalidad.
Escribir a mano es terapia pura, y constituye uno de los actos más liberadores que existen. Cada vez que tomamos papel y lápiz, logramos soltar emociones y sanar rencores. Si a esto le añadimos que podemos tener una vida más sana sólo con cambiar algunos trazos de nuestra letra, podemos asegurar que escribir es una herramienta potente no sólo para desahogarnos, sino para combatir ciertos problemas de salud. “Cada trazo de escritura expresa toda una vida”, tal como decía un filósofo japonés llamado Okakura; en este sentido, si queremos mejorar nuestra vida ¿por qué no modificar la escritura?
Erika De Paz / HoyVerde.com