¿Alguna vez has tenido que trabajar con un colega que te desagrada? Bueno pues, imagina qué pasaría si es el jefe o la jefa quien siente algún tipo animosidad contra uno de sus empleados. Si tu jefe está prejuiciado, eso se verá reflejado en todas las maneras que interactúa contigo. Por ejemplo, podría no ofrecerte las mismas oportunidades de adiestramiento y desarrollo que les da a otros miembros del equipo de trabajo; o podría asignarte tareas de menor importancia; o no reconocería lo que estás haciendo bien, entre otras cosas.
Esta actitud incluso puede afectar tu compensación en el empleo y, en última instancia, puede influir en el hecho de que mantengas o no tu posición en la empresa.
Según el sitio especializado en finanzas y empleos, Daily Worth, identificar si tú eres ese empleado que le desagrada al jefe puede ser algo confuso. Por eso, a continuación compartimos cinco señales que podrían dejarte saber que no eres del agrado de tu jefe y qué puedes hacer al respecto.
1. Estás siendo ultra controlado
Tu jefe te da seguimiento constantemente para saber si cumpliste con una tarea, incluso antes de que se cumpla le fecha límite. Además, te dicta o te recuerda constantemente algunos detalles que son lógicos; y, en general, muestra falta de confianza en que harás bien tu trabajo.
¿Qué hacer?
Primero asegúrate de que tu jefe no trate a todos sus empleados de la misma manera. Si su comportamiento es controlador solo contigo, entonces pregúntate si estás haciendo algo que genere tal desconfianza.
Si la respuesta es negativa, entonces es tiempo de preguntarle directamente a tu jefe si hay algo que estás haciendo que le hace pensar que no cumplirás. Otra opción es pedirle que te sugiera de qué manera te permitiría trabajar con mayor autonomía. Podrías incluso sugerirle otras formas de dar seguimiento tales como entregar reportes de progreso o tener reuniones semanales, para que así no sienta que debe estar monitoreando lo que haces todo el tiempo.
Si se resiste a esas sugerencias, entonces pregúntale si estaría dispuesto a darte mayor autonomía en algún proyecto específico y luego evaluar tu desempeño.
2. Nunca recibes retroalimentación (“feedback”) por tu trabajo
Algunos gerenciales, simplemente, no son buenos dándoles retroalimentación positiva a sus empleados. Pero cuidado si tu jefe alaba el trabajo de los demás y nunca el tuyo, ya que eso podría ser una señal de su pobre evaluación sobre ti.
¿Qué hacer?
Intenta pedir “feedback” directamente con una expresión como “Me gustaría saber qué piensas que estoy haciendo bien y qué podría mejorar”. También podrías desglosar los resultados de un proyecto reciente, compartir tu evaluación sobre lo que, a tu juicio, funcionó y lo que no, y entonces escuchar qué tiene que decir al respecto.
3. Te niega un aumento sin dar explicaciones
Una empresa puede tener múltiples razones para denegar una solicitud de aumento por situaciones que no tienen nada que ver contigo, como por ejemplo, un presupuesto limitado. Sin embargo, si tu supervisor te valora, sacará tiempo para explicarte el por qué no puede darte un aumento e incluso podría darte una idea de cuándo esa solicitud podría concretarse.
¿Qué hacer?
Puedes formular la pregunta así “¿Qué se requiere de mi para ganar un aumento salarial en el futuro?” Un gerencial que esté interesado en retenerte como empleado, debería estar dispuesto a conversar contigo sobre qué necesitas hacer para recibir el anhelado aumento. Si esto no sucede, entonces añádelo como otra bandera roja para reflexionar sobre cuán conveniente sea para ti permanecer en esa empresa.
4. Es casi imposible lograr que tu jefe te preste atención
Si tu jefe cancela tus reuniones, olvida devolverte las llamadas y correos electrónicos, y generalmente no parece tenerte en alguna parte de su lista de prioridades, cuidado.
¿Qué hacer?
Si su comportamiento no es así con todos los empleados, entonces pídele un minuto y déjale saber que para ti es importante tener la oportunidad de conversar al menos una vez a la semana. Pregunta si existe alguna manera de lograr que las reuniones ocurran con mayor regularidad.
5. Te deja fuera de reuniones importantes
¿Acaso tu supervisor se reúne con tus colegas para discutir asuntos importantes o nuevos proyectos y tú no eres parte del encuentro? ¿Te enteras luego que se tomaron decisiones sobre las cuales tú debiste haber tenido algo que decir o aportar?
¿Qué hacer?
Acércate a tu jefe para tratar el asunto, pero hazlo sin acusar. Obtendrás mejores resultados si partes de la premisa que fue un descuido que puede ser enmendado. Por ejemplo, podrías decir algo así como “Me hubiese gustado participar de esa reunión ya que soy parte del equipo. He notado que no he sido invitado a varias reuniones anteriormente. ¿Qué debo hacer para asegurarme de que seré parte de esos encuentros en el futuro?”.
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