La coach de matrimonios Cathy Meyer comparte sus experiencias ante la culminación de un matrimonio y cómo logró salir adelante
Por Emol/ GDA
Cansada de sentir que ella daba y daba para su relación, sin recibir nada a cambio, Cathy Meyer decidió hablar seriamente con su marido para pedirle que le pusiera más empeño. Hoy, se pregunta a veces si en vez de enfrentar las cosas, mejor se hubiera quedado callada y así, no se habría acabado su matrimonio. “Él me miró, tomó las llaves de su auto y dijo: ‘voy a comprar una Coca-cola’ (…) Nunca volvió”.
Pese a su preparación como coach de matrimonios, su propia relación había fracasado, tomándola por completo de sorpresa, confesó Meyer, actualmente editora del sitio dedicado a las mamás separadas, DivorcedMoms.com.
“Invertí años tratando de mantener mi matrimonio. Al final, descubrí que se necesitan dos personas que estén dispuestas a invertir energía y esfuerzo. (Pero) según mi ex marido, ‘no valía su energía o esfuerzo’”, escribió en The Huffington Post.
Allí, ya había comentado con anterioridad que, si bien había aprendido en la universidad lo que se vendría -recordando las fases del duelo postuladas por la psiquiatra suiza Elisabeth Kübler Ross (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), su propio drama la superó y saltó de un estado a otro, sin ningún tipo de orden, y reiteradamente, semana tras semana.
Es por esto que Meyer recomienda, tras una separación, darse un descanso para prepararse mental y físicamente para el torbellino de sentimientos que surgirán, antes que la ansiada etapa de aceptación llegue a la vida.
Mientras tanto, lo que se vivirá, según Meyer, es algo más o menos así:
1. Negación: “Nada como moverse a través de una tormenta, pero pretender ante el mundo que todo está bien”, dice con ironía. Según la coach, esta es una jugada natural de la mente humana, cuando se siente superada por los acontecimientos. Sin embargo, no se debe abusar de esta fase, ya que dormirse en los laureles sin aceptar la realidad, no ayudará a pasar al siguiente nivel.
2. Ira: Tras su abrupta separación, Meyer confiesa que la etapa del enojo fue frecuente en su proceso de duelo, teniendo como blanco a su escurridizo marido. Si un día llovía y ella quería ir a la playa., culpaba a su ex. Si se echó a perder el tv cable justo cuando iba a ver una película, lo mismo.
“Durante la etapa de ira, él se convirtió en el peor amante que había tenido, el más feo, un vago, un cobarde (…) ¿Mi consejo sobre esta fase? ¡Tenla! Siempre y cuando no haya pequeñas orejitas escuchando tus comentarios despectivos e insultos hacia tu ex, siéntete libre de dejar salir toda la ira reprimida en la etapa de la negación”, asegura.
3. Negociación: Cuando el desborde emocional llega a un clímax en su caos, entre la rabia, negación y tristeza, comienza la negociación como una forma de recuperar el orden en la vida. Es como cuando se piensa ‘ok, ya no doy más. Hablaré con él/ella, pero ya no puedo más’.
“Es el último intento por llegar a un acuerdo antes de separarse. Si eres el que dejó a su pareja, es durante esta etapa que te darás cuenta si tomaste la decisión correcta o si fue un error. Si eres el que dejó, en esta fase comenzarás a perseguir a tu esposo/esposa. Querrás volver bajo cualquier costo, para ti y tu autoestima”, explica Meyer.
El punto está en saber que él o ella también pasan por esta etapa, y si sienten que han cometido un error lo tratarán de remediar. Así que mejor poner freno a los ruegos o planes desesperados para volver.
4.Depresión: El momento que todo separado intuye que vivirá, es la depresión. Tal vez, como explica la coach, no aparecerá en un orden preciso, y puede que incluso esté presente en todas las etapas del duelo; pero de que llega, llega.
Suele venir acompañada de días sin levantarse, de mucha televisión y despreocupación de la apariencia física. En este punto, Meyer recomienda asesorarse por profesionales, más allá del apoyo de familiares y amigos, para llorar, hablar y sacarse de encima los sentimientos más tóxicos.
5. Aceptación: Siempre saldrá el sol después de la tormenta y aunque el túnel parezca muy largo e inhóspito, habrá una luz al final. La etapa de aceptación comprueba esta ley de vida y aunque pueda aún arrastrar sentimientos de pena y rabia con la relación que terminó y el o la ex, provoca la maravillosa sensación de que sí es posible continuar viviendo de manera normal y tranquila, pese a la pérdida. Mal que mal, lo que no te mata, te hace más fuerte.
“(En el proceso de duelo) aprendí a valorar cada día como un nuevo día. Ya no quería desperdiciar todo un día enojada por lo que había pasado o culpándome por haber metido la pata (…) Aprendí a dejar ir la rabia contra mi marido (…) Él es como es; mi rabia no iba a cambiar eso y tampoco me llevaría hacia donde quería llegar”, explicó Meyer
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