
Al respecto, señaló que estudios de
varias universidades dan cuenta de que en el cerebro del hombre agresor
hay cambios anatómicos, como alteraciones en la corteza prefrontal,
hiperfunción en el área septal, relativas a lo primitivo, lo salvaje y
el placer; en el hipocampo, que tiene que ver con la memoria; en la
cabeza del núcleo caudado, la amígdala lateral, que controla la conducta
y en el tálamo, mientras que se registran alteraciones de la corteza
del lóbulo anterior del cerebelo y los núcleos fastigiales.
Pese a que genéticamente el cerebro de
una mujer y un hombre son un 99% iguales, difieren en un 1%. Los
contrastes se registran en que mientras los hombres están
instintivamente programados para tener reacciones de peleas, violentas y
de huida, las mujeres no huyen ante la violencia y datos prehistóricos
describen que han soportado el maltrato con tal de proteger a sus hijos.
c.abreu@hoy.com.do
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