Defensores de DDHH denuncian que, desde la llegada al poder de los ayatolás, cerca de 4.000 gays y lesbianas fueron ejecutados por sus preferencias sexuales. Hace dos años, el domingo 7 de septiembre en la madrugada, los verdugos del gobierno de Irán enviaron a la horca a tres jóvenes por mantener relaciones homosexuales.
La denuncia, publicada por la ONG Iran Human Rights, señalaba que los condenados habían sido juzgados por cometer actos contrarios a la sharia y esta era una de las pocas veces que el régimen de Ahmadinejad admitía haber ejecutado a hombres por ser gays.
Desde ese hecho, IHR registró la muerte de más de 32 iraníes, mujeres y hombres, cuyo único delito ha sido expresar su preferencia sexual.
La homosexualidad sigue siendo catalogada como una conducta ilegal en 80 países y es castigada con pena de muerte en Irán, Mauritania, Arabia Saudita, Sudán, Yemen y en algunos lugares de Nigeria y Somalia, según un documento divulgado por la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA, por sus siglas en inglés).
El informe de ILGA señala cómo el mundo observa que se criminalice actos sexuales consentidos y privados entre adultos del mismo sexo, dejando a los acusados “sin ninguna posibilidad de escape ni medios para pedir ayuda”. Siempre públicas, en estadios y plazas, las ejecuciones funcionan como actos de advertencia para los demás ciudadanos.
ILGA recuerda cómo el 25 de febrero de 1998 un tanque militar de los talibanes aplastó durante 30 minutos a 5 jóvenes acusados de prácticas homosexuales. Un mes después ocurría lo mismo con dos chicos de 18 y 22 años, despedazados hasta morir por una pala excavadora. Ambas atrocidades se realizaron ante la presencia de público, e incluso en la primera de ellas estuvo presente el líder talibán Mohamed Omar.
Sin embargo, no es un problema que haya surgido recientemente en Irán, ya que los homosexuales son perseguidos desde la llegada al poder de los ayatolás en 1979. Organizaciones de DDHH afirman que más de 100.000 personas fueron condenadas a muerte durante ese tiempo, de los que cerca de 4.000 serían gays y lesbianas ejecutados por su condición sexual.
“Lo sorprendente de esta situación de intolerancia es que es compartida por gobiernos democráticos occidentales, que se consideran revolucionarios, como es el caso de las frecuentes declaraciones homofóbicas de Evo Morales o la insistencia de Nicolás Maduro en tildar de homosexual a Capriles”, explicó Damián Contreras, activista de la LGBT de Venezuela.
Desde ese hecho, IHR registró la muerte de más de 32 iraníes, mujeres y hombres, cuyo único delito ha sido expresar su preferencia sexual.
La homosexualidad sigue siendo catalogada como una conducta ilegal en 80 países y es castigada con pena de muerte en Irán, Mauritania, Arabia Saudita, Sudán, Yemen y en algunos lugares de Nigeria y Somalia, según un documento divulgado por la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA, por sus siglas en inglés).
El informe de ILGA señala cómo el mundo observa que se criminalice actos sexuales consentidos y privados entre adultos del mismo sexo, dejando a los acusados “sin ninguna posibilidad de escape ni medios para pedir ayuda”. Siempre públicas, en estadios y plazas, las ejecuciones funcionan como actos de advertencia para los demás ciudadanos.
ILGA recuerda cómo el 25 de febrero de 1998 un tanque militar de los talibanes aplastó durante 30 minutos a 5 jóvenes acusados de prácticas homosexuales. Un mes después ocurría lo mismo con dos chicos de 18 y 22 años, despedazados hasta morir por una pala excavadora. Ambas atrocidades se realizaron ante la presencia de público, e incluso en la primera de ellas estuvo presente el líder talibán Mohamed Omar.
Sin embargo, no es un problema que haya surgido recientemente en Irán, ya que los homosexuales son perseguidos desde la llegada al poder de los ayatolás en 1979. Organizaciones de DDHH afirman que más de 100.000 personas fueron condenadas a muerte durante ese tiempo, de los que cerca de 4.000 serían gays y lesbianas ejecutados por su condición sexual.
“Lo sorprendente de esta situación de intolerancia es que es compartida por gobiernos democráticos occidentales, que se consideran revolucionarios, como es el caso de las frecuentes declaraciones homofóbicas de Evo Morales o la insistencia de Nicolás Maduro en tildar de homosexual a Capriles”, explicó Damián Contreras, activista de la LGBT de Venezuela.
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