Por LUIS RUIZ / AP. Luego de 17 días de competencias, los Juegos Olímpicos de Londres bajaron el telón el domingo con una fiesta cuyos protagonistas son el rock y el pop, géneros en los que Gran Bretaña ha prodigado al mundo artistas fabulosos, algunos de los cuales están presentes en la ceremonia de clausura.
Además del espectáculo de cierre, la ceremonia marcó la entrega de la bandera de los cinco aros de parte del alcalde londinense Boris Johnson al presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, quien a su vez la puso en manos de Eduardo Paes, el titular del gobierno de Río de Janeiro.
A partir de este momento, Río asume formalmente la responsabilidad de realizar los próximos Juegos.
Inmediatamente después de la entrega, comenzó un número de samba y otros géneros musicales interpretados por artistas brasileños, incluido el rapero BNegrao, Seu Jorge y Marisa Monte. Pelé bailó feliz en el estrado.
Pero el rock y el pop fueron mayoritarios en la clausura.
Annie Lennox cantó en la proa de un barco fantasmal, George Michael hizo bailar a los atletas, mientras el graderío desplegaba imágenes y mensajes luminosos; Taio Cruz exhibió su herencia brasileña y británica al cantar en un auto descapotable; Jessie J se le unió en el escenario tras circular en otro vehículo. Las Spice Girls prefirieron llegar en taxis y encendieron el ánimo del público.
Un Londres satisfecho de la misión cumplida ofreció un fin de fiesta pletórico de música.
Incluso John Lennon se unió al espectáculo posteriormente. Un video mostró al fallecido ex Beatle en su interpretación de "Imagine", acompañado en el campo por un coro de niños, y mientras un grupo de personas formaban su efigie con paneles de hule espuma. El recuerdo de Freddie Mercury apareció también en las pantallas gigantes del Estadio Olímpico y los integrantes vivos lo acompañaron en el escenario.
Nueve campanadas semejantes a las que emite el Big Ben marcaron el comienzo de la ceremonia, en un escenario donde se colocaron réplicas a escala de ese famoso reloj y de otros símbolos de Londres, como el Ojo y el Puente de la Torre. Había también varios de los típicos taxis londinenses, conocidos como "Black Cabs" y envueltos en periódicos gigantescos, que comenzaron a circular por lo que fue la pista de atletismo, ahora convertida en una avenida londinense.
Tras esa escena de caos urbano, al que puso fin el grito de un imitador de Winston Churchill, vino una pausa solemne, con la llegada del príncipe Enrique en representación de la reina Isabel II y la interpretación del Himno Nacional británico, mientras cientos de personas agitaban las banderas del país.
Pero de inmediato comenzó la fiesta musical, a cargo de Madness, con "Our House". Poco después llegaron los Pet Shop Boys, con "Eastern Boys and West End Girls". Una banda militar, cuyos integrantes iban vestidos de guardias de la reina, desfiló entre autobuses de dos pisos.
Difícilmente se puede imaginar un escenario que haya reunido simultáneamente tantos símbolos de lo británico.
Acto seguido entraron los atletas en un desfile desorganizado, como suele ocurrir en las clausuras. Se dispusieron en torno de un escenario que formaba el "Union Jack", el par de cruces que forman superpuestas la bandera de Reino Unido.
La ceremonia incluyó también la entrega de las medallas a los ganadores del maratón, que se realizó el domingo al mediodía. El oro fue para el ugandés Stephen Kiprotich, mientras que la plata y el bronce quedaron repartidos entre los kenianos Abel Kirui y Wilson Kipsang.
Pero por momentos era fácil olvidar que el espectáculo estaba enmarcado en un suceso deportivo. Hubo referencias a la moda, con la presencia de la modelo brasileña Alessandra Ambrosio y de sus colegas británica Naomi Campbell y Kate Moss. Y la música fue protagonista.
Con la estafeta que entregó, Londres cede también todo un reto a Río, apenas la segunda ciudad latinoamericana que albergará los Juegos Olímpicos en la historia, después de México en 1968.
Y es que como anfitriona de los Juegos, la capital británica ha rebasado las expectativas de muchos, empezando por los propios londinenses. Los temores de seguridad han resultado hasta ahora exagerados y los vaticinios de un caos en el transporte y el tránsito jamás se materializaron.
Incluso el clima ha sido bastante benévolo, salvo por interrupciones menores de algunos partidos de tenis a consecuencia de una lluvia que es considerada tan inherente a Londres como la música que animaba el festejo del domingo.
"Ha sido un sueño", dijo el presidente del comité organizador de Londres 2012, Sebastian Coe, quien se expresó "muy, muy satisfecho".
Anunció que la ceremonia de cierre puede resumirse en tres palabras, "fiesta, fiesta y fiesta".
El programa incluye la interpretación de 30 éxitos musicales británicos de las últimas cinco décadas. El director artístico de la ceremonia, Kim Gavin, eligió esas canciones de entre una lista de un millar de candidatas.
Gavin dijo el sábado que la ceremonia se constituye como un homenaje a la "cacofonía de la vida en Londres". Y el ruido es ya más potente y excitante que el de un pub.
Además del espectáculo de cierre, la ceremonia marcó la entrega de la bandera de los cinco aros de parte del alcalde londinense Boris Johnson al presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, quien a su vez la puso en manos de Eduardo Paes, el titular del gobierno de Río de Janeiro.
A partir de este momento, Río asume formalmente la responsabilidad de realizar los próximos Juegos.
Inmediatamente después de la entrega, comenzó un número de samba y otros géneros musicales interpretados por artistas brasileños, incluido el rapero BNegrao, Seu Jorge y Marisa Monte. Pelé bailó feliz en el estrado.
Pero el rock y el pop fueron mayoritarios en la clausura.
Annie Lennox cantó en la proa de un barco fantasmal, George Michael hizo bailar a los atletas, mientras el graderío desplegaba imágenes y mensajes luminosos; Taio Cruz exhibió su herencia brasileña y británica al cantar en un auto descapotable; Jessie J se le unió en el escenario tras circular en otro vehículo. Las Spice Girls prefirieron llegar en taxis y encendieron el ánimo del público.
Un Londres satisfecho de la misión cumplida ofreció un fin de fiesta pletórico de música.
Incluso John Lennon se unió al espectáculo posteriormente. Un video mostró al fallecido ex Beatle en su interpretación de "Imagine", acompañado en el campo por un coro de niños, y mientras un grupo de personas formaban su efigie con paneles de hule espuma. El recuerdo de Freddie Mercury apareció también en las pantallas gigantes del Estadio Olímpico y los integrantes vivos lo acompañaron en el escenario.
Nueve campanadas semejantes a las que emite el Big Ben marcaron el comienzo de la ceremonia, en un escenario donde se colocaron réplicas a escala de ese famoso reloj y de otros símbolos de Londres, como el Ojo y el Puente de la Torre. Había también varios de los típicos taxis londinenses, conocidos como "Black Cabs" y envueltos en periódicos gigantescos, que comenzaron a circular por lo que fue la pista de atletismo, ahora convertida en una avenida londinense.
Tras esa escena de caos urbano, al que puso fin el grito de un imitador de Winston Churchill, vino una pausa solemne, con la llegada del príncipe Enrique en representación de la reina Isabel II y la interpretación del Himno Nacional británico, mientras cientos de personas agitaban las banderas del país.
Pero de inmediato comenzó la fiesta musical, a cargo de Madness, con "Our House". Poco después llegaron los Pet Shop Boys, con "Eastern Boys and West End Girls". Una banda militar, cuyos integrantes iban vestidos de guardias de la reina, desfiló entre autobuses de dos pisos.
Difícilmente se puede imaginar un escenario que haya reunido simultáneamente tantos símbolos de lo británico.
Acto seguido entraron los atletas en un desfile desorganizado, como suele ocurrir en las clausuras. Se dispusieron en torno de un escenario que formaba el "Union Jack", el par de cruces que forman superpuestas la bandera de Reino Unido.
La ceremonia incluyó también la entrega de las medallas a los ganadores del maratón, que se realizó el domingo al mediodía. El oro fue para el ugandés Stephen Kiprotich, mientras que la plata y el bronce quedaron repartidos entre los kenianos Abel Kirui y Wilson Kipsang.
Pero por momentos era fácil olvidar que el espectáculo estaba enmarcado en un suceso deportivo. Hubo referencias a la moda, con la presencia de la modelo brasileña Alessandra Ambrosio y de sus colegas británica Naomi Campbell y Kate Moss. Y la música fue protagonista.
Con la estafeta que entregó, Londres cede también todo un reto a Río, apenas la segunda ciudad latinoamericana que albergará los Juegos Olímpicos en la historia, después de México en 1968.
Y es que como anfitriona de los Juegos, la capital británica ha rebasado las expectativas de muchos, empezando por los propios londinenses. Los temores de seguridad han resultado hasta ahora exagerados y los vaticinios de un caos en el transporte y el tránsito jamás se materializaron.
Incluso el clima ha sido bastante benévolo, salvo por interrupciones menores de algunos partidos de tenis a consecuencia de una lluvia que es considerada tan inherente a Londres como la música que animaba el festejo del domingo.
"Ha sido un sueño", dijo el presidente del comité organizador de Londres 2012, Sebastian Coe, quien se expresó "muy, muy satisfecho".
Anunció que la ceremonia de cierre puede resumirse en tres palabras, "fiesta, fiesta y fiesta".
El programa incluye la interpretación de 30 éxitos musicales británicos de las últimas cinco décadas. El director artístico de la ceremonia, Kim Gavin, eligió esas canciones de entre una lista de un millar de candidatas.
Gavin dijo el sábado que la ceremonia se constituye como un homenaje a la "cacofonía de la vida en Londres". Y el ruido es ya más potente y excitante que el de un pub.
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