Por Omar R. Goncebat / EFE
Luis se siente juzgado por todos, lo que le hace comportarse de forma artificial, con inhibición o cordialidad excesivas. Las miradas de los demás le incomodan y la presencia de los desconocidos le acelera el pulso. Se justifica diciendo que es tímido o introvertido y que le cuesta expresarse.
“En realidad este paciente tiene un miedo patológico al rechazo. Es un miedo irracional a que otros no le acepten por su forma de ser, pensar o actuar, lo cual genera una preocupación excesiva y a veces paralizante por la propia conducta”, explica la psicóloga clínica María de los Ángeles Barja.
Según la experta, las personas que temen el rechazo social y ser despreciadas por la gente, se sienten incapaces de expresar sus opiniones con libertad y naturalidad ante los demás. Para sentirse bien consigo mismas necesitan la aprobación ajena, lo cual las convierten en personas psicológicamente dependientes.
“Quienes temen que los rechacen, a veces están atrapados en su necesidad de reconocimiento ajeno que llegan a perder su propia identidad y a autocensurarse”, señala la psicóloga.
Según esta experta, el retraído social no expresa abiertamente sus ideas y sentimientos si contradicen a la mayoría, se adapta a los patrones de conducta convencionales aunque no esté de acuerdo con ellos, complace a los demás sacrificando sus propios deseos y opiniones y tolera mal la crítica y la frustración.
EL TEMOR AL DESPRECIO
Para la terapeuta psicocorporal Daniela Carrizo Lozano, “aunque a menudo lo neguemos, el rechazo nos afecta. Nos provoca una herida emocional que hace saltar como un resorte nuestro orgullo y nuestra ira, pero también despierta dolor e inseguridad”.
Agrega esta experta que, el miedo al rechazo es el miedo a ser, a mostrarse a los demás tal y como uno es. Quizá sea uno de nuestros temores más profundos, pues nos conecta con la necesidad de sentirnos apreciados en nuestras relaciones.
Para superar ese temor, Daniela Carrizo propone que “la persona se coloque a sí misma en el centro. Ello supone recuperar de nuevo la conexión con sus emociones y necesidades”.
Para conseguirlo, es preciso que aprendas a escucharte, preguntándote a menudo cuestiones como: ¿qué es lo que siento?, ¿qué es lo que yo decidiría hacer?, ¿qué es lo que me gusta y lo que me desagrada realmente?.
“Conocer más acerca de uno mismo ayuda a consolidar la propia identidad, lo cual a su vez permite moverse con mayor seguridad en las relaciones, poniendo límites cuando son necesarios”, prosigue Carrizo.
De acuerdo a esta psicóloga, en lugar de observarse continuamente, de juzgar si lo que se hace o se dice es adecuado o no, si es correcto o equivocado, la persona puede elegir abrirse y expresar su singularidad, venciendo el miedo a ser diferente y aceptando a su vez que los otros lo sean.
“El temor enfrentado entonces puede transformarse en un impulso en el que la persona aprende a tomarse la libertad de ser como es, y sobre todo a disfrutarla”, concluye Carrizo.
¿Cómo afrontar el rechazo?
Cuanto mejor aprendemos a manejar el rechazo, menos nos afecta. Por lo tanto, ¿cómo puedes desarrollar la capacidad de afrontar el rechazo? Aquí algunas ideas:
• Sé sincero
Afrontar adecuadamente el rechazo implica trabajar dos cosas: cómo te sientes y qué piensas.
Comencemos por los sentimientos: si te sientes rechazado, reconócelo ante ti mismo. No trates de ignorar el dolor o fingir que no te duele. En vez de pensar “no debería sentirme así”, piensa que es normal sentirse como tú, dada tu situación.
• Percibe la intensidad de tus sentimientos
¿Te ha molestado mucho este rechazo? ¿O solo un poco? Llora si quieres: es una forma natural de desahogarte.
A continuación, pon nombre a lo que sientes. Por ejemplo: “Me ha decepcionado mucho que no me hayan elegido para la obra escolar. Me hacía muchísima ilusión y me he esforzado un montón. Me siento excluido porque mis amigos lo han conseguido y yo no”.
Si lo deseas, explica a alguien qué ha sucedido y cómo te sientes. Elige a una persona que te escuche y te apoye.
• Contárselo a alguien puede ayudarte por dos motivos:
1. Es posible que te tranquilice saber que alguien comprende por lo que estás pasando y cómo te sientes.
2. Te obliga a poner tus sentimientos en palabras.
No importa si decides compartir tus sentimientos con otra persona o si prefieres pensar sobre ellos a solas, reconocer cómo te sientes puede ayudarte a superar emociones dolorosas.
“En realidad este paciente tiene un miedo patológico al rechazo. Es un miedo irracional a que otros no le acepten por su forma de ser, pensar o actuar, lo cual genera una preocupación excesiva y a veces paralizante por la propia conducta”, explica la psicóloga clínica María de los Ángeles Barja.
Según la experta, las personas que temen el rechazo social y ser despreciadas por la gente, se sienten incapaces de expresar sus opiniones con libertad y naturalidad ante los demás. Para sentirse bien consigo mismas necesitan la aprobación ajena, lo cual las convierten en personas psicológicamente dependientes.
“Quienes temen que los rechacen, a veces están atrapados en su necesidad de reconocimiento ajeno que llegan a perder su propia identidad y a autocensurarse”, señala la psicóloga.
Según esta experta, el retraído social no expresa abiertamente sus ideas y sentimientos si contradicen a la mayoría, se adapta a los patrones de conducta convencionales aunque no esté de acuerdo con ellos, complace a los demás sacrificando sus propios deseos y opiniones y tolera mal la crítica y la frustración.
EL TEMOR AL DESPRECIO
Para la terapeuta psicocorporal Daniela Carrizo Lozano, “aunque a menudo lo neguemos, el rechazo nos afecta. Nos provoca una herida emocional que hace saltar como un resorte nuestro orgullo y nuestra ira, pero también despierta dolor e inseguridad”.
Agrega esta experta que, el miedo al rechazo es el miedo a ser, a mostrarse a los demás tal y como uno es. Quizá sea uno de nuestros temores más profundos, pues nos conecta con la necesidad de sentirnos apreciados en nuestras relaciones.
Para superar ese temor, Daniela Carrizo propone que “la persona se coloque a sí misma en el centro. Ello supone recuperar de nuevo la conexión con sus emociones y necesidades”.
Para conseguirlo, es preciso que aprendas a escucharte, preguntándote a menudo cuestiones como: ¿qué es lo que siento?, ¿qué es lo que yo decidiría hacer?, ¿qué es lo que me gusta y lo que me desagrada realmente?.
“Conocer más acerca de uno mismo ayuda a consolidar la propia identidad, lo cual a su vez permite moverse con mayor seguridad en las relaciones, poniendo límites cuando son necesarios”, prosigue Carrizo.
De acuerdo a esta psicóloga, en lugar de observarse continuamente, de juzgar si lo que se hace o se dice es adecuado o no, si es correcto o equivocado, la persona puede elegir abrirse y expresar su singularidad, venciendo el miedo a ser diferente y aceptando a su vez que los otros lo sean.
“El temor enfrentado entonces puede transformarse en un impulso en el que la persona aprende a tomarse la libertad de ser como es, y sobre todo a disfrutarla”, concluye Carrizo.
¿Cómo afrontar el rechazo?
Cuanto mejor aprendemos a manejar el rechazo, menos nos afecta. Por lo tanto, ¿cómo puedes desarrollar la capacidad de afrontar el rechazo? Aquí algunas ideas:
• Sé sincero
Afrontar adecuadamente el rechazo implica trabajar dos cosas: cómo te sientes y qué piensas.
Comencemos por los sentimientos: si te sientes rechazado, reconócelo ante ti mismo. No trates de ignorar el dolor o fingir que no te duele. En vez de pensar “no debería sentirme así”, piensa que es normal sentirse como tú, dada tu situación.
• Percibe la intensidad de tus sentimientos
¿Te ha molestado mucho este rechazo? ¿O solo un poco? Llora si quieres: es una forma natural de desahogarte.
A continuación, pon nombre a lo que sientes. Por ejemplo: “Me ha decepcionado mucho que no me hayan elegido para la obra escolar. Me hacía muchísima ilusión y me he esforzado un montón. Me siento excluido porque mis amigos lo han conseguido y yo no”.
Si lo deseas, explica a alguien qué ha sucedido y cómo te sientes. Elige a una persona que te escuche y te apoye.
• Contárselo a alguien puede ayudarte por dos motivos:
1. Es posible que te tranquilice saber que alguien comprende por lo que estás pasando y cómo te sientes.
2. Te obliga a poner tus sentimientos en palabras.
No importa si decides compartir tus sentimientos con otra persona o si prefieres pensar sobre ellos a solas, reconocer cómo te sientes puede ayudarte a superar emociones dolorosas.
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