Por Keila López Alicea/elnuevodia.com
¿Es usted de las personas que tiene que estar cerca de su teléfono celular a cada momento del día y la noche? ¿Le provoca pánico pensar en que se le pierda o se lo roben? ¿Su nivel de ansiedad sube vertiginosamente a medida que el indicador de batería de su teléfono se acerca más y más a su final?
Pues sepa que no está solo.
En tiempos en que los aparatos electrónicos son una compañía constante para la mayor parte de la población, no ha de sorprender que ya se discute la posibilidad de que existan personas que sufren de adicción a los celulares. Pero esto viene acompañado por un miedo irracional a no tener un teléfono celular cerca, un temor que ya ha sido bautizado como “nomofobia”.
El psiquiatra Carlos Cabán, expresidente de la Sociedad Puertorriqueña de Psiquiatría, destacó que aunque la nomofobia y la adicción a celulares no se han establecido como trastornos sicológicos oficiales, se entiende que están encaminados a serlo.
“Mientras más aplicaciones tenga el celular, se está volviendo peor. La gente ya está obsesionada con los celulares”, expresó Cabán.
El psiquiatra destacó que la necesidad de tener el teléfono móvil siempre a la mano y estar verificándolo constantemente son conductas relacionadas con la capacidad de control de impulsos.
“Es un comportamiento donde yo no puedo dejar de hacer y me da mucha ansiedad no ejecutar una acción. Esto está todo relacionado con la inteligencia emocional de la persona”, sostuvo Cabán.
Un estudio realizado en Inglaterra a principios de este año reveló que el 66% de los encuestados sufre temor de encontrarse sin teléfono celular. Mientras, el estudio Puerto Rico Wireless Usage Habits, realizado por la empresa Nielsen en el 2009, reveló que los puertorriqueños hablaban por celular un promedio de 850 minutos al mes, cerca de 180 minutos más que los estadounidenses.
El sociólogo José Rodríguez explicó que el celular ya se ha convertido en un “apéndice virtual” para muchas personas, por lo que su uso constante es casi tan natural y necesario como la respiración.
Como ejemplo, el sociólogo hizo un sondeo informal entre los estudiantes de una clase de estadísticas. De los 16 jóvenes en el salón, nueve admitieron que no pueden vivir sin su teléfono celular.
“Dicen que se sienten incomunicados si no lo tienen, es un aparato extensivo de su personalidad. El celular los controla, pueden hacer de todo con él, se pueden comunicar con su gente, pueden jugar y se sienten seguros cuando lo tienen. El asunto está en lo que representa el instrumento para una persona, para satisfacer sus metas y objetivos. En una sociedad donde el tiempo es oro, la comunicación es fundamental y el celular facilita todo”, expresó Rodríguez, profesor de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras.
Asimismo, la sicóloga industrial organizacional Ivonne Moreno Velázquez explicó que aunque el teléfono móvil facilita la vida, su uso descontrolado puede perjudicar la salud física y sicológica.
“Los problemas parecen comenzar cuando el celular crea la expectativa de disponibilidad inmediata, 24 horas, 7 días de la semana, tanto en el plano personal como en el plano laboral y la interferencia de ambos espacios, lo cual impacta las relaciones en la familia y en el trabajo”, indicó Moreno Velázquez.
Un deterioro en las relaciones interpersonales es otro de los efectos directos de estar siempre pegado al celular, señaló el sicólogo clínico Luis Caraballo.
“Se afecta el elemento de socialización. Tú ves gente que estando en la misma sala, en la misma casa, se comunica por mensaje de texto, ya no hablan porque da trabajo, ahora se escriben. Y hay gente que dice ‘te quiero’ por el celular, pero en persona no lo dicen porque no hay un intermediario”, expresó Caraballo, profesor del Departamento de Psiquiatría del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR.
Para el siquiatra Cabán, es necesario que los padres impongan límites a los niños y adolescentes para evitar que sufran de ansiedades relacionadas con el celular. Mientras que en el caso de los adultos, recomendó que establezcan momentos en los cuales no se utilizará el celular y que se tenga consciencia que el teléfono móvil no debe interferir con las situaciones en las que se espera una interacción directa con otras personas.
Pues sepa que no está solo.
En tiempos en que los aparatos electrónicos son una compañía constante para la mayor parte de la población, no ha de sorprender que ya se discute la posibilidad de que existan personas que sufren de adicción a los celulares. Pero esto viene acompañado por un miedo irracional a no tener un teléfono celular cerca, un temor que ya ha sido bautizado como “nomofobia”.
El psiquiatra Carlos Cabán, expresidente de la Sociedad Puertorriqueña de Psiquiatría, destacó que aunque la nomofobia y la adicción a celulares no se han establecido como trastornos sicológicos oficiales, se entiende que están encaminados a serlo.
“Mientras más aplicaciones tenga el celular, se está volviendo peor. La gente ya está obsesionada con los celulares”, expresó Cabán.
El psiquiatra destacó que la necesidad de tener el teléfono móvil siempre a la mano y estar verificándolo constantemente son conductas relacionadas con la capacidad de control de impulsos.
“Es un comportamiento donde yo no puedo dejar de hacer y me da mucha ansiedad no ejecutar una acción. Esto está todo relacionado con la inteligencia emocional de la persona”, sostuvo Cabán.
Un estudio realizado en Inglaterra a principios de este año reveló que el 66% de los encuestados sufre temor de encontrarse sin teléfono celular. Mientras, el estudio Puerto Rico Wireless Usage Habits, realizado por la empresa Nielsen en el 2009, reveló que los puertorriqueños hablaban por celular un promedio de 850 minutos al mes, cerca de 180 minutos más que los estadounidenses.
El sociólogo José Rodríguez explicó que el celular ya se ha convertido en un “apéndice virtual” para muchas personas, por lo que su uso constante es casi tan natural y necesario como la respiración.
Como ejemplo, el sociólogo hizo un sondeo informal entre los estudiantes de una clase de estadísticas. De los 16 jóvenes en el salón, nueve admitieron que no pueden vivir sin su teléfono celular.
“Dicen que se sienten incomunicados si no lo tienen, es un aparato extensivo de su personalidad. El celular los controla, pueden hacer de todo con él, se pueden comunicar con su gente, pueden jugar y se sienten seguros cuando lo tienen. El asunto está en lo que representa el instrumento para una persona, para satisfacer sus metas y objetivos. En una sociedad donde el tiempo es oro, la comunicación es fundamental y el celular facilita todo”, expresó Rodríguez, profesor de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras.
Asimismo, la sicóloga industrial organizacional Ivonne Moreno Velázquez explicó que aunque el teléfono móvil facilita la vida, su uso descontrolado puede perjudicar la salud física y sicológica.
“Los problemas parecen comenzar cuando el celular crea la expectativa de disponibilidad inmediata, 24 horas, 7 días de la semana, tanto en el plano personal como en el plano laboral y la interferencia de ambos espacios, lo cual impacta las relaciones en la familia y en el trabajo”, indicó Moreno Velázquez.
Un deterioro en las relaciones interpersonales es otro de los efectos directos de estar siempre pegado al celular, señaló el sicólogo clínico Luis Caraballo.
“Se afecta el elemento de socialización. Tú ves gente que estando en la misma sala, en la misma casa, se comunica por mensaje de texto, ya no hablan porque da trabajo, ahora se escriben. Y hay gente que dice ‘te quiero’ por el celular, pero en persona no lo dicen porque no hay un intermediario”, expresó Caraballo, profesor del Departamento de Psiquiatría del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR.
Para el siquiatra Cabán, es necesario que los padres impongan límites a los niños y adolescentes para evitar que sufran de ansiedades relacionadas con el celular. Mientras que en el caso de los adultos, recomendó que establezcan momentos en los cuales no se utilizará el celular y que se tenga consciencia que el teléfono móvil no debe interferir con las situaciones en las que se espera una interacción directa con otras personas.
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