Nueve consejos para aprender a hablar en público.

Conferencias, charlas, presentaciones y hasta reuniones por Skype: hablar en público está a la orden del día en las grandes empresas. Sin embargo, dominar el arte de la dialéctica y oratoria no es una tarea fácil: nervios, sudores, dolor de estómago… son síntoma del pánico escénico que nos invade cada vez que tenemos que ponernos en pie y dirigirnos a una audiencia grande. ¿Quieres saber cómo triunfar en tu próximo meeting de empresa?
1. Ensaya con el suficiente tiempo de antelación. No basta con preparar punto por punto lo que vas a decir: practicar en voz alta y preferiblemente con alguien enfrente te dará confianza y la seguridad de que, una vez llegado el momento, ya has hecho esto antes.
2. Define las líneas de tu discurso: sé claro y conciso. No des rodeos innecesarios, que alarguen el speech hasta hacerlo farragoso, aburrido o difícil de seguir.
3. Ejercita tu dicción en casa. Esencial para no trabarse con palabras difíciles, y coger práctica y carrerilla con algunas frases.
4. Escoge con cuidado la ropa que vas a llevar y cuida tu postura. Es fundamental tener en mente a la audiencia: edad, rango social, relación personal o laboral que te una a ellos…
5. Si normalmente te fallan los nervios, apúntate a clases de relajación o yoga para hombres. Te ayudarán a mantener la calma en momentos de estrés.
6. Olvídate de recitar de carrerilla un texto que lleves aprendido de casa. Lo mejor es dirigirse directamente a las personas que te estén escuchando, relatando en lugar de leer una lista interminable de datos, cifras o fechas.
7. Utiliza historias y anécdotas relacionadas con tu discurso, que ayuden al público a recordar los puntos básicos que estás tratando. Una narración ilustrada es mucho más fácil de seguir, y resulta más memorable.
8. Lleva algo entre las manos. Un bolígrafo, un puntero, las gafas o el mando para pasar las diapositivas. Te dará la sensación de que te estás amarrando a algo, e impide que cruces los brazos o las guardes en los bolsillos.
9. Si cuentas con apoyo gráfico, en forma de diapositivas o una proyección Power Point, asegúrate de que son sencillas, directas y sin gran cantidad de texto. Recuerda que el texto, en realidad, forma parte de tu discurso, con lo que no es necesario abarrotar con él imágenes que hablan por sí solas.

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