Lo que digas debe ir de la mano con lo que hagas.
Por Lissette Acevedo / Especial para ELNUEVODIA.COM
¿Te has detenido a pensar cuántas veces pides lo que no estás dispuesto a dar? Esta idea pasó por mi mente tras observar cómo una mujer rebasaba descaradamente una señal de tránsito sin importarle ni los demás conductores ni los hijos que la acompañaban en el vehículo.
De inmediato pensé en el mensaje que esa madre les transmitió a sus chicos: “No es necesario seguir las reglas”. Imaginé las veces que esa misma mujer ha castigado a sus retoños por no seguir sus reglas: no recoger el cuarto, no completar tareas, hablar demasiado en el salón, pelear con hermanos, mentir sobre las notas, y mil directrices más que se suelen establecer para el buen funcionamiento del hogar y del salón de clases. Ahí me detuve a analizar las veces que pedimos cosas que no estamos dispuestos a dar.
Nos esforzamos en convencer a nuestra pareja de que confíe en nosotros, que deje los celos, que puede contarnos todo; no obstante, cuando vemos la oportunidad de recriminarle todos sus deslices lo hacemos sin misericordia. Pedimos fidelidad, compromiso y exclusividad, pero coqueteamos con cada ser humano que encontramos en el camino.
Nos gusta que nos traten con respeto y compasión, que nos comprendan y nos acepten tal cual somos. Sin embargo, maltratamos y ridiculizamos las deficiencias de otros. Rompemos reglas, robamos, jugamos con sentimientos, mentimos, no seguimos instrucciones, juzgamos, rechazamos, criticamos. Pedimos y exigimos sin cesar esperando que nuestras peticiones sean contestadas, pero no estamos dispuestos a reciprocar.
Lo que decimos debe ir de la mano con lo que hacemos, de lo contrario estamos perdiendo el tiempo. Las acciones hablan más fuerte que las palabras. Si no estás dispuesto a ser recíproco, es recomendable que no exijas. No pidas lo que no estés dispuesto a dar, especialmente si se trata de áreas importantes como la familia, las relaciones interpersonales, el trabajo, la educación y la espiritualidad.
La autora es psicóloga. Para contactarla, sugerirle temas o aclarar dudas puedes escribirle a dralissetteacevedo@hotmail.com.Exigir sin dar el ejemplo
De inmediato pensé en el mensaje que esa madre les transmitió a sus chicos: “No es necesario seguir las reglas”. Imaginé las veces que esa misma mujer ha castigado a sus retoños por no seguir sus reglas: no recoger el cuarto, no completar tareas, hablar demasiado en el salón, pelear con hermanos, mentir sobre las notas, y mil directrices más que se suelen establecer para el buen funcionamiento del hogar y del salón de clases. Ahí me detuve a analizar las veces que pedimos cosas que no estamos dispuestos a dar.
Nos esforzamos en convencer a nuestra pareja de que confíe en nosotros, que deje los celos, que puede contarnos todo; no obstante, cuando vemos la oportunidad de recriminarle todos sus deslices lo hacemos sin misericordia. Pedimos fidelidad, compromiso y exclusividad, pero coqueteamos con cada ser humano que encontramos en el camino.
Nos gusta que nos traten con respeto y compasión, que nos comprendan y nos acepten tal cual somos. Sin embargo, maltratamos y ridiculizamos las deficiencias de otros. Rompemos reglas, robamos, jugamos con sentimientos, mentimos, no seguimos instrucciones, juzgamos, rechazamos, criticamos. Pedimos y exigimos sin cesar esperando que nuestras peticiones sean contestadas, pero no estamos dispuestos a reciprocar.
Lo que decimos debe ir de la mano con lo que hacemos, de lo contrario estamos perdiendo el tiempo. Las acciones hablan más fuerte que las palabras. Si no estás dispuesto a ser recíproco, es recomendable que no exijas. No pidas lo que no estés dispuesto a dar, especialmente si se trata de áreas importantes como la familia, las relaciones interpersonales, el trabajo, la educación y la espiritualidad.
La autora es psicóloga. Para contactarla, sugerirle temas o aclarar dudas puedes escribirle a dralissetteacevedo@hotmail.com.Exigir sin dar el ejemplo
No pidas lo que no estés dispuesto a dar
Lo que digas debe ir de la mano con lo que hagas. (Thinkstock)
Por Lissette Acevedo / Especial para ELNUEVODIA.COM
¿Te has detenido a pensar cuántas veces pides lo que no estás dispuesto a dar? Esta idea pasó por mi mente tras observar cómo una mujer rebasaba descaradamente una señal de tránsito sin importarle ni los demás conductores ni los hijos que la acompañaban en el vehículo.
De inmediato pensé en el mensaje que esa madre les transmitió a sus chicos: “No es necesario seguir las reglas”. Imaginé las veces que esa misma mujer ha castigado a sus retoños por no seguir sus reglas: no recoger el cuarto, no completar tareas, hablar demasiado en el salón, pelear con hermanos, mentir sobre las notas, y mil directrices más que se suelen establecer para el buen funcionamiento del hogar y del salón de clases. Ahí me detuve a analizar las veces que pedimos cosas que no estamos dispuestos a dar.
Nos esforzamos en convencer a nuestra pareja de que confíe en nosotros, que deje los celos, que puede contarnos todo; no obstante, cuando vemos la oportunidad de recriminarle todos sus deslices lo hacemos sin misericordia. Pedimos fidelidad, compromiso y exclusividad, pero coqueteamos con cada ser humano que encontramos en el camino.
Nos gusta que nos traten con respeto y compasión, que nos comprendan y nos acepten tal cual somos. Sin embargo, maltratamos y ridiculizamos las deficiencias de otros. Rompemos reglas, robamos, jugamos con sentimientos, mentimos, no seguimos instrucciones, juzgamos, rechazamos, criticamos. Pedimos y exigimos sin cesar esperando que nuestras peticiones sean contestadas, pero no estamos dispuestos a reciprocar.
Lo que decimos debe ir de la mano con lo que hacemos, de lo contrario estamos perdiendo el tiempo. Las acciones hablan más fuerte que las palabras. Si no estás dispuesto a ser recíproco, es recomendable que no exijas. No pidas lo que no estés dispuesto a dar, especialmente si se trata de áreas importantes como la familia, las relaciones interpersonales, el trabajo, la educación y la espiritualidad.
La autora es psicóloga. Para contactarla, sugerirle temas o aclarar dudas puedes escribirle a dralissetteacevedo@hotmail.com.
De inmediato pensé en el mensaje que esa madre les transmitió a sus chicos: “No es necesario seguir las reglas”. Imaginé las veces que esa misma mujer ha castigado a sus retoños por no seguir sus reglas: no recoger el cuarto, no completar tareas, hablar demasiado en el salón, pelear con hermanos, mentir sobre las notas, y mil directrices más que se suelen establecer para el buen funcionamiento del hogar y del salón de clases. Ahí me detuve a analizar las veces que pedimos cosas que no estamos dispuestos a dar.
Nos esforzamos en convencer a nuestra pareja de que confíe en nosotros, que deje los celos, que puede contarnos todo; no obstante, cuando vemos la oportunidad de recriminarle todos sus deslices lo hacemos sin misericordia. Pedimos fidelidad, compromiso y exclusividad, pero coqueteamos con cada ser humano que encontramos en el camino.
Nos gusta que nos traten con respeto y compasión, que nos comprendan y nos acepten tal cual somos. Sin embargo, maltratamos y ridiculizamos las deficiencias de otros. Rompemos reglas, robamos, jugamos con sentimientos, mentimos, no seguimos instrucciones, juzgamos, rechazamos, criticamos. Pedimos y exigimos sin cesar esperando que nuestras peticiones sean contestadas, pero no estamos dispuestos a reciprocar.
Lo que decimos debe ir de la mano con lo que hacemos, de lo contrario estamos perdiendo el tiempo. Las acciones hablan más fuerte que las palabras. Si no estás dispuesto a ser recíproco, es recomendable que no exijas. No pidas lo que no estés dispuesto a dar, especialmente si se trata de áreas importantes como la familia, las relaciones interpersonales, el trabajo, la educación y la espiritualidad.
La autora es psicóloga. Para contactarla, sugerirle temas o aclarar dudas puedes escribirle a dralissetteacevedo@hotmail.com.
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