La última bola del Colombiano Orlando Cabrera

Por: Manuel Dueñas Peluffo
Con dos Guantes de Oro y una Serie Mundial en su haber, el cartagenero Orlando Cabrera se retira dejando una importante trayectoria en el béisbol organizado de los Estados Unidos.
El cartagenero de 37 años jugó en nueve equipos de las Grandes Ligas.Aquel día, el 18 de julio de 1999, el lanzador David Cone, de los Yanquis, estaba a punto de culminar su juego perfecto. Faltaba un out. Al bate, Orlando Cabrera. Había llegado a las Grandes Ligas dos años antes, con los desaparecidos Expos de Montreal. Con seis carreras en desventaja, era poco lo que el colombiano podía hacer. Sin embargo, lo intentó. Fue una bola fácil para Scott Brosius, en la tercera base, quien decretó el juego perfecto de Cone, que no permitió carreras ni imparables para la ofensiva de la novena canadiense.

Casi quince años después, el cartagenero anunció su retiro. Han sido, como él mismo lo recuerda, “más de 20 años”, entre los que se incluye haber participado en uno de los grandes episodios del béisbol en la última década del siglo XX. Un tiempo prudente, en todo caso, para ganar una Serie Mundial (2004) y dos Guantes de Oro (2001 y 2007) y consagrarse como uno de los jugadores más importantes en la historia de la pelota caliente en Colombia.

Nacido en Cartagena, Cabrera se crió en el tradicional barrio Los Caracoles. Empezó jugando en categorías menores, en los distintos equipos de la ciudad, incluido el de la Universidad de Cartagena. Representando a Colombia y como segunda base, fue campeón de un suramericano infantil realizado en La Heroica. Con el tiempo haría parte de distintos equipos del béisbol profesional colombiano, para firmar, a principios de los 90, con los Expos de Montreal, organización con la que debutaría en 1997.

Ya en las Grandes Ligas, se afirmaría en su decisión de ser paracortos, en vez de jugar en la segunda base, posición que había ocupado en sus años juveniles. Walberto Ahumedo, periodista cartagenero especializado en béisbol, afirma que la determinación le restó poder ofensivo, dada la movilidad que exige el puesto, pero en cambio destacó sus virtudes a la defensiva, sobre todo la precisión y la velocidad con la manilla.

“Eso explica en gran parte —afirma Ahumedo— que haya sido dos veces Guante de Oro”.

Luego de los Expos, y de sus buenos números con la novena de Montreal, Cabrera pasaría a los Medias Rojas de Boston. Apenas jugó una parte de la temporada 2004, arrancando desde el verano, pero eso le bastaría para ganar la primera y única Serie Mundial de su carrera, barriendo 4-0 a los Cardenales de San Luis, novena que en aquel tiempo, y en la misma posición, tenía a Édgar Rentería. El cartagenero sería vital para el triunfo, gracias a lo que Ahumedo argumenta como “poder ocasional”: no era un toletero, pero bateaba en los momentos precisos, como aquel doble en el juego 2 de la Serie Divisional, frente a Los Angelinos de Los Ángeles.

Y fue precisamente con esa novena, reemplazando a David Eckstain, en la que continuó su carrera, firmando como agente libre, ganándose su segundo guante dorado y actuando en 63 juegos seguidos como titular. En 2008 firmaría con los Cachorros de Chicago. Su participación no estuvo exenta de polémica, sobre todo por las permanentes discusiones con el venezolano Ozzie Guillén, su mánager por entonces. Se marcharía entonces a los Atléticos de Oakland —en un paso sin pena ni gloria, que lo llevaría a firmar a mediados de 2009—, con quienes desmejoró en defensiva (acumuló 25 errores), pero se fortaleció a la ofensiva, con un sólido promedio de bateo (.284) y un notable número de carreras remolcadas (77).

Su trasegar seguiría con los Rojos de Cincinnati, manteniendo algo de su poder pero ya afectado por un esguince muscular que disminuyó su participación en la Serie Divisional de aquel año. El año pasado, con los Indios de Cleveland, volvería a los orígenes (pues el venezolano Asdrúbal Cabrera era el paracortos) y actuaría como segunda base. También firmaría su imparable 2.000, en el Yankee Stadium. Sería reemplazado por el novato Jason Kipnis.

Con los Gigantes de San Francisco, ya en el ocaso de su carrera, fue firmado a mediados del año pasado, quedándose por fuera de la Postemporada y ya poniéndole punto final a su trayectoria. Hijo de una docente (Josefina Ramírez) y de un beisbolista aficionado (Jólbert Cabrera), y hermano del grandes ligas que llevó el nombre de su padre, Cabrera será recordado como una de las trayectorias más duraderas de un colombiano en el béisbol organizado de los Estados Unidos. Se llevará el honor de ser el único nacional en ser cuarto bate en un equipo de la Gran Carpa (los Expos), ahora que piensa que, tras el retiro, trabajar en esta actividad, ya desde la otra orilla, es la mejor opción de seguir en el deporte rey.

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