Cuando complacer tus caprichos te hace sentir mal
Por Ileana Delgado Castro / idelgado@elnuevodia.com
Saborear, poco a poco, un cremoso chocolate sin que nadie te vea, después de una semana en una dieta "perfecta". Fumarte un cigarrillo a escondidas y sentirte en la "gloria" por unos minutos, aunque a tus amigos y familiares les has dicho que dejaste el "vicio". Irte de compras para "subirte la moral" y gastar más de lo previsto en artículos que realmente no necesitas...
Son solo algunos ejemplos de lo que en inglés se denomina como "guilty pleasure" o placer culpable y que casi todo el mundo, en algún momento de su vida, experimenta o "se da el gusto" de hacerlo.
De hecho, cuando se trata de liberar tensiones o disipar alguna pena, nada mejor que autocomplacerse con algo "prohibido" o, por lo menos, con algo que proporcione placer inmediato, aunque después te sientas culpable o te des "latigazos" emocionales.
Tentaciones placenteras
Mariela, por ejemplo, dice que se relaja y "bota el estrés" viendo telenovelas, aunque acepta que las tramas generalmente son "malísimas" y las actuaciones peores. Pero afirma que es su secreto mejor guardado.
"Las veo por un rato, casi nunca hasta el final, porque no quiero que mi marido se entere y si él llega temprano del trabajo, apago el televisor inmediatamente porque sé que me va a criticar", afirma la joven, de 26 años, quien acepta que le avergüenza que sus amistades se enteren de que ve ese tipo de programas.
Mariela, de hecho, es parte de un gran por ciento de la población que esconde una que otra actividad personal por el temor a ser criticada.
Es el caso de Manuel, un joven profesional amante de la buena cocina, quien afirma que hace algo de lo que siempre se abochorna, pero que lo tienta de vez en cuando.
"Es el pollo frito. Como sabemos, es una comida superdañina por lo que aumenta el colesterol, los triglicéridos, la presión y sabe Dios qué más", agrega Manuel, mientras admite que ir de camino al servicarro le causa gran expectativa y no piensa en que realmente no le gusta ese tipo de comida.
"Entonces, cuando termino de comerlo, de veras que me abochorno por saber que me he metido algo que no me conviene y que para colmo a mí no me gusta", asegura Manuel, quien dice que hace tiempo que no lo come y se siente como un adicto que ha roto el vicio. "Llevo seis meses sin hacerlo", añade triunfal.
Mientras que Mario, un energético joven dice que adora todo lo "fresita". Se refiere a todo lo que tiene que ver con películas románticas y dulzonas que casi siempre se asocia más con jovencitas ilusionadas.
"Casi siempre las veo a escondidas. Uno de mis más grandes ‘guilty pleasures’ ahora mismo es encerrarme en mi cuarto, abrir la laptop y llorar viendo escenas de filmes románticas o dramáticas. ‘I will never let go’, se dice en Titanic y yo como una Magdalena", admite con sinceridad entre risas.
Cuando es un problema
Aunque estos "pequeños pecados" no suelen representar una amenaza, en algunos casos pueden ser parte de un patrón alarmante.
"El problema es cuando se crea un patrón con algo que, al final puede hacer daño, ya sea física o emocionalmente", señala el psicólogo clínico Luis Caraballo, profesor del Departamento de Psiquiatría del Recinto de Ciencias Médicas. Asimismo, destaca que el ser humano siempre está en la búsqueda del placer.
"Algunos son fisiológicos, psicológicos o una mezcla de los dos. Normalmente, la persona entiende que no necesariamente es correcto, pero como quiera lo hace para sentirse bien", agrega.
Así, el cremoso chocolate que te regala momentos de placer también puede ser uno de los agentes que contribuye a tu sobrepeso; el vino que te deleita con sus aromas y sabores puede ser la antesala al alcoholismo y las sensuales bocanadas de humo que con tanto gusto aspiras pudieran acabar por crear una dependencia.
Sin embargo, la realidad es que el ser humano necesita esas pequeñas recompensas o "pecadillos" que se cometen de vez en cuando, afirma Caraballo.
"Se debe entender que no todo puede ser malo, que no todo es castigo o sentirse culpable. Lo importante es hacerlo de una manera educada y racional para que no vaya a tener consecuencias mayores. El ser humano no puede vivir una vida mecanizada, uno le tiene que dar unos matices chéveres para darle un poco de sabor", comenta.
Pero la realidad es que muchas de esas recompensas tienen un efecto físico real. Por ejemplo, dice la psicóloga clínica Alicia Cabrera, el chocolate tiene una sustancia que produce bienestar. "Si la persona está en esos días del mes y el cuerpo le está pidiendo dulce, el chocolate la hace sentir bien", agrega.
Patrones de conducta
Muchas veces las personas siguen de forma inconsciente ciertas conductas porque tienden a racionalizarlas "y uno se juega trucos", acota Caraballo.
"Y te pasas la vida así y no vas a tomar nunca una conducta fiable o comportarte más acorde con lo que deseas y lo que entiendes que es correcto", afirma el psicólogo, mientras pone el ejemplo del placer que derivan algunas personas de chatear por internet o ver pornografía.
De hecho, esa conducta puede desencadenar en una compulsión que puede llegar a ser patológica, además de poner en peligro la relación con su pareja, así como la salud, advierte Caraballo.
Asimismo, ese cigarrillo que fumas a escondidas o ese trago extra que tomas puede activar una predisposición de salud. "Por ejemplo, alguien que dejó de beber alcohol porque le hacía daño, sabe que no debe tomarse ni una cerveza. Pero muchos racionalizan la conducta y se dicen que solo es una y que no le va a hacer daño", agrega el psicólogo.
Puede pasar lo mismo con las personas que antes tenían un estilo de vida holgado y que a sabiendas de que las cosas no andan bien salen de compras o de paseo.
"Hay una banderita, vas con el pie en el freno porque lo que haces está al lado de la culpa. Pero se te hace difícil aceptarlo porque uno tiende a crear el escenario para mentirse. En ese caso, la persona debe buscar ayuda para controlar esos impulsos", recomienda Caraballo.
Por eso, advierten los expertos, debemos ser conscientes de que todo placer derivado de un acto que no está sustentado en bases sólidas de armonía interior, tiende a desaparecer con mayor rapidez. También se debe tener en cuenta que si se hace uso de esos "parches" de felicidad constantemente pueden llevar a la persona a caer en una adicción o compulsión.
Los cinco "top" pequeños "pecados" con más votos en nuestras redes sociales:
1. El chocolate (517 votos)
2. Ir de compras (87 votos)
3. Ver algún programa en la tele o película (50)
4. Comida chatarra (44)
5. Fumar (10)
Son solo algunos ejemplos de lo que en inglés se denomina como "guilty pleasure" o placer culpable y que casi todo el mundo, en algún momento de su vida, experimenta o "se da el gusto" de hacerlo.
De hecho, cuando se trata de liberar tensiones o disipar alguna pena, nada mejor que autocomplacerse con algo "prohibido" o, por lo menos, con algo que proporcione placer inmediato, aunque después te sientas culpable o te des "latigazos" emocionales.
Tentaciones placenteras
Mariela, por ejemplo, dice que se relaja y "bota el estrés" viendo telenovelas, aunque acepta que las tramas generalmente son "malísimas" y las actuaciones peores. Pero afirma que es su secreto mejor guardado.
"Las veo por un rato, casi nunca hasta el final, porque no quiero que mi marido se entere y si él llega temprano del trabajo, apago el televisor inmediatamente porque sé que me va a criticar", afirma la joven, de 26 años, quien acepta que le avergüenza que sus amistades se enteren de que ve ese tipo de programas.
Mariela, de hecho, es parte de un gran por ciento de la población que esconde una que otra actividad personal por el temor a ser criticada.
Es el caso de Manuel, un joven profesional amante de la buena cocina, quien afirma que hace algo de lo que siempre se abochorna, pero que lo tienta de vez en cuando.
"Es el pollo frito. Como sabemos, es una comida superdañina por lo que aumenta el colesterol, los triglicéridos, la presión y sabe Dios qué más", agrega Manuel, mientras admite que ir de camino al servicarro le causa gran expectativa y no piensa en que realmente no le gusta ese tipo de comida.
"Entonces, cuando termino de comerlo, de veras que me abochorno por saber que me he metido algo que no me conviene y que para colmo a mí no me gusta", asegura Manuel, quien dice que hace tiempo que no lo come y se siente como un adicto que ha roto el vicio. "Llevo seis meses sin hacerlo", añade triunfal.
Mientras que Mario, un energético joven dice que adora todo lo "fresita". Se refiere a todo lo que tiene que ver con películas románticas y dulzonas que casi siempre se asocia más con jovencitas ilusionadas.
"Casi siempre las veo a escondidas. Uno de mis más grandes ‘guilty pleasures’ ahora mismo es encerrarme en mi cuarto, abrir la laptop y llorar viendo escenas de filmes románticas o dramáticas. ‘I will never let go’, se dice en Titanic y yo como una Magdalena", admite con sinceridad entre risas.
Cuando es un problema
Aunque estos "pequeños pecados" no suelen representar una amenaza, en algunos casos pueden ser parte de un patrón alarmante.
"El problema es cuando se crea un patrón con algo que, al final puede hacer daño, ya sea física o emocionalmente", señala el psicólogo clínico Luis Caraballo, profesor del Departamento de Psiquiatría del Recinto de Ciencias Médicas. Asimismo, destaca que el ser humano siempre está en la búsqueda del placer.
"Algunos son fisiológicos, psicológicos o una mezcla de los dos. Normalmente, la persona entiende que no necesariamente es correcto, pero como quiera lo hace para sentirse bien", agrega.
Así, el cremoso chocolate que te regala momentos de placer también puede ser uno de los agentes que contribuye a tu sobrepeso; el vino que te deleita con sus aromas y sabores puede ser la antesala al alcoholismo y las sensuales bocanadas de humo que con tanto gusto aspiras pudieran acabar por crear una dependencia.
Sin embargo, la realidad es que el ser humano necesita esas pequeñas recompensas o "pecadillos" que se cometen de vez en cuando, afirma Caraballo.
"Se debe entender que no todo puede ser malo, que no todo es castigo o sentirse culpable. Lo importante es hacerlo de una manera educada y racional para que no vaya a tener consecuencias mayores. El ser humano no puede vivir una vida mecanizada, uno le tiene que dar unos matices chéveres para darle un poco de sabor", comenta.
Pero la realidad es que muchas de esas recompensas tienen un efecto físico real. Por ejemplo, dice la psicóloga clínica Alicia Cabrera, el chocolate tiene una sustancia que produce bienestar. "Si la persona está en esos días del mes y el cuerpo le está pidiendo dulce, el chocolate la hace sentir bien", agrega.
Patrones de conducta
Muchas veces las personas siguen de forma inconsciente ciertas conductas porque tienden a racionalizarlas "y uno se juega trucos", acota Caraballo.
"Y te pasas la vida así y no vas a tomar nunca una conducta fiable o comportarte más acorde con lo que deseas y lo que entiendes que es correcto", afirma el psicólogo, mientras pone el ejemplo del placer que derivan algunas personas de chatear por internet o ver pornografía.
De hecho, esa conducta puede desencadenar en una compulsión que puede llegar a ser patológica, además de poner en peligro la relación con su pareja, así como la salud, advierte Caraballo.
Asimismo, ese cigarrillo que fumas a escondidas o ese trago extra que tomas puede activar una predisposición de salud. "Por ejemplo, alguien que dejó de beber alcohol porque le hacía daño, sabe que no debe tomarse ni una cerveza. Pero muchos racionalizan la conducta y se dicen que solo es una y que no le va a hacer daño", agrega el psicólogo.
Puede pasar lo mismo con las personas que antes tenían un estilo de vida holgado y que a sabiendas de que las cosas no andan bien salen de compras o de paseo.
"Hay una banderita, vas con el pie en el freno porque lo que haces está al lado de la culpa. Pero se te hace difícil aceptarlo porque uno tiende a crear el escenario para mentirse. En ese caso, la persona debe buscar ayuda para controlar esos impulsos", recomienda Caraballo.
Por eso, advierten los expertos, debemos ser conscientes de que todo placer derivado de un acto que no está sustentado en bases sólidas de armonía interior, tiende a desaparecer con mayor rapidez. También se debe tener en cuenta que si se hace uso de esos "parches" de felicidad constantemente pueden llevar a la persona a caer en una adicción o compulsión.
Los cinco "top" pequeños "pecados" con más votos en nuestras redes sociales:
1. El chocolate (517 votos)
2. Ir de compras (87 votos)
3. Ver algún programa en la tele o película (50)
4. Comida chatarra (44)
5. Fumar (10)
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