Fotografías de la Segunda Guerra Mundial recientemente publicadas muestran cómo con la ayuda de lentes en tercera dimensión, o 3D, similares a los utilizados en los cines modernos, un equipo de expertos frustró los planes nazis de bombardear al Reino Unido.
Los mortíferos misiles V-1 y V-2 del alemán Adolf Hitler eran las armas de destrucción masiva de la época, pues eran bombas no tripuladas que alcanzaban a llegar al sur de Inglaterra.
De haber caído todas las que los nazis tenían planeado disparar, su impacto podría haber sido aún más devastador.
Pero gracias a que la inteligencia británica trabajó en tres, en lugar de dos, dimensiones en la Operación Crossbow o Ballesta, la Fuerza Aérea Real (RAF) localizó, identificó y destruyó muchas de las armas que podrían haber prolongado la guerra.
El truco fue fotografiar meticulosamente el paisaje de la Europa ocupada de tal forma que le permitiera a los agentes estudiar todos los contornos.
Las imágenes fueron analizadas minuciosamente por un equipo de intérpretes de fotografías en el cuartel de la RAF en Medmenham, Buckinghamshire, Inglaterra.
Su arma secreta era un estereoscopio: un sencillo invento victoriano que le dio una tercera dimensión al paisaje enemigo.
Utilizando los mismos principios que rigen las gafas o lentes 3D de hoy día, los intérpretes de fotografías pudieron medir la altura, particularmente de nuevas estructuras no identificadas, como los cohetes y sus sitios de lanzamiento.
Esta técnica demostró ser decisiva y salvó a miles de la andanada de los misiles V. Las fotografías tomadas aparecían de pie bajo la luz del estereoscopio. Para que el efecto 3D funcionara, las imágenes tenían que ser capturadas en cuidadosas secuencias de manera que cada una traslapara un 60% de la siguiente, de esa manera todo aparecería de pie al verlo a través del estereoscopio.
Esto hizo del trabajo de los pilotos de la unidad de reconocimiento fotográfico, creada en 1940, una tarea especialmente cualificada y ardua.
Tuvieron que evitar el fuego enemigo mientras volaban a 30.000 pies de altura, desarmados, debido al peso de las cinco cámaras que llevaba cada avión de caza Spitfire.
Pero es un rol del que el entonces piloto de reconocimiento y único sobreviviente del escuadrón, Jimmy Taylor, sigue estando inmensamente orgulloso.
“Era el mejor trabajo en la RAF”, dice el hombre de 88 años de edad. “Volamos el avión más bello, el más rápido de su época”, agrega.
“No teníamos armas, sin balas, por lo que no matamos a nadie. Físicamente, no queda nada de las luchas en el aire, no queda nada de los bombardeos... pero las fotografías están todavía con nosotros, y aún son útiles”, señala.
En total, tomaron decenas de millones de fotografías, que generaron 36 millones de impresiones.
Podía decirse que el momento culminante del escuadrón llegó con la Operación Crossbow.
Los mortíferos misiles V-1 y V-2 del alemán Adolf Hitler eran eficaces armas de destrucción.
Se inició en 1942, cuando un Spitfire que volaba sobre Peenemunde, en el noreste de Alemania, descubrió una pista de aterrizaje con tres círculos de concreto y tierra.
Inicialmente, esas imágenes no alertaron a los intérpretes de fotografías que estudiaban las imágenes.
Pero Peenemunde era un gran centro de investigación que desarrollaba los misiles V, con los cuales los nazis confiaban ganar la guerra.
El plan fue interrumpido, sin embargo, en 1943 luego que la inteligencia británica logró captar una conversación entre dos generales alemanes que habían sido capturados. La conversación giraba en torno del arma.
Aviones espía británicos recorrieron Europa y los intérpretes de fotografías recibieron la orden de encontrar pistas.
Utilizando 3D, un intérprete de fotografías logró detectar un tubo vertical en uno de los círculos fotografiados en Peenemunde. A partir de su sombra, los expertos dedujeron que se trataba de un cohete de unos 14 metros de alto.
Geoffrey Stone, ahora de 92 años, trabajó como un intérprete de fotografías en Medmenham y dice que haber podido ver las imágenes en tres dimensiones fue fundamental.
“Era necesario tener la capacidad de concentrarse y prestar mucha atención: había tanto qué deducir de los pequeños detalles”, recuerda.
“Trabajábamos hasta altas horas de la noche, pero no nos quejábamos. No había otra manera de saber lo que estaba pasando en el centro de Europa”, comenta.
Además, fotos alarmantes revelaron una red de búnkers en Francia. Los “sitios pesados”, como los llamaron los británicos, estaban dentro del rango de alcance de Londres.
Vuelos de reconocimiento fueron a investigar. Algunos volaron a tan sólo 30 metros de altura para obtener las imágenes más claras posibles.
De vuelta en Medmenham, los expertos identificaron estos búnkers correctamente como plataformas de lanzamiento.
El 17 y 18 de agosto de 1943, 500 bombarderos se pusieron en camino para destruir a Peenemunde y los denominados sitios pesados.
Estas redadas interrumpieron el programa V-2 y en ellas murieron importantes científicos nazis.
Posteriormente, la producción de las armas V se trasladó a Polonia y Alemania, fuera del alcance de los Spitfires. Una ladera en una montaña en Turingia, Alemania central, fue convertida en una fábrica con 60.000 trabajadores esclavos.
Ante este lugar impenetrable para los bombarderos, la única solución para los británicos era encontrar y arrasar los sitios de lanzamiento en el norte de Francia. La resistencia francesa pasó la información con los detalles de los posibles lugares que la RAF debía fotografiar.
Los expertos registraron las imágenes en busca de evidencia sobre rampas ocultas. Efectivamente, bosques llenos de construcciones nuevas fueron prontamente detectados.
En total, en Medmenham fueron identificados 96 “sitios de esquí”, llamados así porque cada uno tenía una gran edificicación que parecía un esquí.
A finales de 1943, las fotos dejaron en claro que los nazis estaban a punto bombardear el sur de Inglaterra. Con la planificación del Día D en marcha, el momento no podía haber sido peor.
La operación Crossbow se puso en marcha a finales de 1943 y el bombardeo de los “sitios de esquí” comenzó dos días antes de Navidad.
El bombardeo fue eficaz, pero no suficiente para detener por completo el programa de misiles.
“Trabajábamos hasta altas horas de la noche, pero no nos quejábamos. No había otra manera de saber lo que estaba pasando en el centro de Europa”.
El misil V-1 aterrizó en Londres en el verano de 1944, provocando terror en la capital británica. Los alemanes estaban utilizando sitios de lanzamiento menos visibles, y sacaban los misiles en el último momento.
Sin embargo, los intérpretes de fotografías descubrieron marcas en la tierra dejadas por los motores de los jets. Seguidamente estos sitios fueron atacados así que el aluvión de misiles V-1 fue limitado.
El último V-1 aterrizó el 7 de septiembre de 1944. Al día siguiente, sin embargo, el primer V-2 cayó en Chiswick, en el oeste de Londres. Debido a que era silencioso, y no dio aviso, no hubo ninguna defensa contra él.
Como el V-2 era móvil, bombarderos dirigidos por la fuerza aérea en Medmenham atacaron la infraestructura de apoyo, tales como carreteras y ferrocarriles. Al final, los ejércitos aliados invadieron los sitios de lanzamiento.
Para el momento en que se acabo con ellas, las armas V habían cobrado unas 9,000 vidas, pero podría haber sido muchas más.
Los alemanes planeaban lanzar hasta 2,000 misiles V-1 diarios y, si hubieran tenido éxito, el camino de la guerra podría haberse alterado.
De haber caído todas las que los nazis tenían planeado disparar, su impacto podría haber sido aún más devastador.
Pero gracias a que la inteligencia británica trabajó en tres, en lugar de dos, dimensiones en la Operación Crossbow o Ballesta, la Fuerza Aérea Real (RAF) localizó, identificó y destruyó muchas de las armas que podrían haber prolongado la guerra.
El truco fue fotografiar meticulosamente el paisaje de la Europa ocupada de tal forma que le permitiera a los agentes estudiar todos los contornos.
Las imágenes fueron analizadas minuciosamente por un equipo de intérpretes de fotografías en el cuartel de la RAF en Medmenham, Buckinghamshire, Inglaterra.
Su arma secreta era un estereoscopio: un sencillo invento victoriano que le dio una tercera dimensión al paisaje enemigo.
Utilizando los mismos principios que rigen las gafas o lentes 3D de hoy día, los intérpretes de fotografías pudieron medir la altura, particularmente de nuevas estructuras no identificadas, como los cohetes y sus sitios de lanzamiento.
Esta técnica demostró ser decisiva y salvó a miles de la andanada de los misiles V. Las fotografías tomadas aparecían de pie bajo la luz del estereoscopio. Para que el efecto 3D funcionara, las imágenes tenían que ser capturadas en cuidadosas secuencias de manera que cada una traslapara un 60% de la siguiente, de esa manera todo aparecería de pie al verlo a través del estereoscopio.
Esto hizo del trabajo de los pilotos de la unidad de reconocimiento fotográfico, creada en 1940, una tarea especialmente cualificada y ardua.
Tuvieron que evitar el fuego enemigo mientras volaban a 30.000 pies de altura, desarmados, debido al peso de las cinco cámaras que llevaba cada avión de caza Spitfire.
Pero es un rol del que el entonces piloto de reconocimiento y único sobreviviente del escuadrón, Jimmy Taylor, sigue estando inmensamente orgulloso.
“Era el mejor trabajo en la RAF”, dice el hombre de 88 años de edad. “Volamos el avión más bello, el más rápido de su época”, agrega.
“No teníamos armas, sin balas, por lo que no matamos a nadie. Físicamente, no queda nada de las luchas en el aire, no queda nada de los bombardeos... pero las fotografías están todavía con nosotros, y aún son útiles”, señala.
En total, tomaron decenas de millones de fotografías, que generaron 36 millones de impresiones.
Podía decirse que el momento culminante del escuadrón llegó con la Operación Crossbow.
Los mortíferos misiles V-1 y V-2 del alemán Adolf Hitler eran eficaces armas de destrucción.
Se inició en 1942, cuando un Spitfire que volaba sobre Peenemunde, en el noreste de Alemania, descubrió una pista de aterrizaje con tres círculos de concreto y tierra.
Inicialmente, esas imágenes no alertaron a los intérpretes de fotografías que estudiaban las imágenes.
Pero Peenemunde era un gran centro de investigación que desarrollaba los misiles V, con los cuales los nazis confiaban ganar la guerra.
El plan fue interrumpido, sin embargo, en 1943 luego que la inteligencia británica logró captar una conversación entre dos generales alemanes que habían sido capturados. La conversación giraba en torno del arma.
Aviones espía británicos recorrieron Europa y los intérpretes de fotografías recibieron la orden de encontrar pistas.
Utilizando 3D, un intérprete de fotografías logró detectar un tubo vertical en uno de los círculos fotografiados en Peenemunde. A partir de su sombra, los expertos dedujeron que se trataba de un cohete de unos 14 metros de alto.
Geoffrey Stone, ahora de 92 años, trabajó como un intérprete de fotografías en Medmenham y dice que haber podido ver las imágenes en tres dimensiones fue fundamental.
“Era necesario tener la capacidad de concentrarse y prestar mucha atención: había tanto qué deducir de los pequeños detalles”, recuerda.
“Trabajábamos hasta altas horas de la noche, pero no nos quejábamos. No había otra manera de saber lo que estaba pasando en el centro de Europa”, comenta.
Además, fotos alarmantes revelaron una red de búnkers en Francia. Los “sitios pesados”, como los llamaron los británicos, estaban dentro del rango de alcance de Londres.
Vuelos de reconocimiento fueron a investigar. Algunos volaron a tan sólo 30 metros de altura para obtener las imágenes más claras posibles.
De vuelta en Medmenham, los expertos identificaron estos búnkers correctamente como plataformas de lanzamiento.
El 17 y 18 de agosto de 1943, 500 bombarderos se pusieron en camino para destruir a Peenemunde y los denominados sitios pesados.
Estas redadas interrumpieron el programa V-2 y en ellas murieron importantes científicos nazis.
Posteriormente, la producción de las armas V se trasladó a Polonia y Alemania, fuera del alcance de los Spitfires. Una ladera en una montaña en Turingia, Alemania central, fue convertida en una fábrica con 60.000 trabajadores esclavos.
Ante este lugar impenetrable para los bombarderos, la única solución para los británicos era encontrar y arrasar los sitios de lanzamiento en el norte de Francia. La resistencia francesa pasó la información con los detalles de los posibles lugares que la RAF debía fotografiar.
Los expertos registraron las imágenes en busca de evidencia sobre rampas ocultas. Efectivamente, bosques llenos de construcciones nuevas fueron prontamente detectados.
En total, en Medmenham fueron identificados 96 “sitios de esquí”, llamados así porque cada uno tenía una gran edificicación que parecía un esquí.
A finales de 1943, las fotos dejaron en claro que los nazis estaban a punto bombardear el sur de Inglaterra. Con la planificación del Día D en marcha, el momento no podía haber sido peor.
La operación Crossbow se puso en marcha a finales de 1943 y el bombardeo de los “sitios de esquí” comenzó dos días antes de Navidad.
El bombardeo fue eficaz, pero no suficiente para detener por completo el programa de misiles.
“Trabajábamos hasta altas horas de la noche, pero no nos quejábamos. No había otra manera de saber lo que estaba pasando en el centro de Europa”.
El misil V-1 aterrizó en Londres en el verano de 1944, provocando terror en la capital británica. Los alemanes estaban utilizando sitios de lanzamiento menos visibles, y sacaban los misiles en el último momento.
Sin embargo, los intérpretes de fotografías descubrieron marcas en la tierra dejadas por los motores de los jets. Seguidamente estos sitios fueron atacados así que el aluvión de misiles V-1 fue limitado.
El último V-1 aterrizó el 7 de septiembre de 1944. Al día siguiente, sin embargo, el primer V-2 cayó en Chiswick, en el oeste de Londres. Debido a que era silencioso, y no dio aviso, no hubo ninguna defensa contra él.
Como el V-2 era móvil, bombarderos dirigidos por la fuerza aérea en Medmenham atacaron la infraestructura de apoyo, tales como carreteras y ferrocarriles. Al final, los ejércitos aliados invadieron los sitios de lanzamiento.
Para el momento en que se acabo con ellas, las armas V habían cobrado unas 9,000 vidas, pero podría haber sido muchas más.
Los alemanes planeaban lanzar hasta 2,000 misiles V-1 diarios y, si hubieran tenido éxito, el camino de la guerra podría haberse alterado.
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