Lo confesó uno de los narcos detenidos tras el hallazgo de 183 cuerpos en una fosa clandestina en México. Según el gobierno, habrían sido ultimados por negarse a trabajar para el poderoso cártel Los Zetas.
Las cifras no dejan de sorprender. Mientras en el municipio de San Fernando, en Tamaulipas, en más de 40 fosas los cuerpos hallados son 183, en la capital homónima del estado de Durango encontraron otro narcocementerio con 87 cuerpos, que se suman a otros 17 descubiertos cerca de allí: en total, 287 víctimas del tráfico de drogas.
Por las fosas de Durango no hay detenidos. Pero por la masacre de Tamaulipas, cometida cerca de donde en agosto de 2010 hallaron los cuerpos asesinados de 72 migrantes centro y suramericanos, arrestaron a 74 personas, entre ellos, 17 policías de San Fernando acusados de encubrir a Los Zetas.Las cifras no dejan de sorprender. Mientras en el municipio de San Fernando, en Tamaulipas, en más de 40 fosas los cuerpos hallados son 183, en la capital homónima del estado de Durango encontraron otro narcocementerio con 87 cuerpos, que se suman a otros 17 descubiertos cerca de allí: en total, 287 víctimas del tráfico de drogas.
Uno de los detenidos, con apenas dos décadas de vida, reconoció que en su “breve pero escalofriante” carrera como sicario mató a 200 personas, la mayoría por degollamiento, según comentó este miércoles el vocero de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré.
El funcionario describió a los responsables de las matanzas como “delincuentes para quienes el abuso del otro, el secuestro, la extorsión, el homicidio, se han convertido en una forma de vida”.
El caso hizo recordar al del famoso “niño sicario”, conocido como El Ponchis, que con tan sólo 14 años fue detenido en diciembre acusado a matar a sangre fría a decenas de enemigos del Cártel del Pacífico Sur (CPS), para el que trabajaba desde los 11 años. El reclutamiento de menores es una constante entre los narcos.
Los investigadores presumen que las víctimas halladas en Tamaulipas son en su mayoría viajeros que fueron secuestrados cuando recorrían la zona a bordo de autobuses en los últimos meses.
“Entre las líneas de investigación se encuentra el que se trata de reclutamiento forzado, al que las personas (secuestradas) eventualmente se resisten y por eso estos criminales arteramente las ultiman”, afirmó Poiré.
Este reclutamiento forzado, explicó el vocero, se inscribe en la pugna entre los Zetas, ex soldados de elite reclutados por el narcotráfico, y sus ex aliados del cártel del Golfo, por el control de las rutas de la droga hacia los Estados Unidos.
Otra de las líneas de investigación es el secuestro con fines de extorsión, añadió Poiré, muy común entre los miles de migrantes centroamericanos que cada año atraviesan México en su camino hacia los Estados Unidos.
Mientras las autoridades realizan exámenes de ADN para verificar la identidad de los fallecidos, cuyos resultados se obtienen en unas tres o cuatro semanas, familiares de desaparecidos recorren oficinas del Gobierno intentando saber si sus seres queridos se encuentran entre los cadáveres hallados.
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