El grande de la moda mundialmente. El Dominicano Oscar de la Renta orgulloso de también tener raíces Puertorriqueñas

El diseñador Oscar de la Renta fue recibido en el aeropuerto por Máximo Tavares (cónsul de la República Dominicana en Puerto Rico), María Gina Chévere, su esposo Salomón Levis y sus hijos. EL VOCERO/Luis Alberto López

SAN JUAN, Puerto Rico.- Honrado de sus raíces dominicanas y puertorriqueñas, y con el deseo de que guste en suelo boricua su colección para Resort 2010, arribó el diseñador Oscar de la Renta al aeropuerto Isla Grande para presentarse la noche del jueves en la Gala de la Rosa.

El evento, a beneficio de la Fundación Lucero, presidida por la licenciada María Gina Chévere de Levis, sería en el hotel Ritz-Carlton, en Isla Verde. Aunque en un principio se dijo que era el primer desfile del modisto en Puerto Rico, él mismo aclaró lo contrario.

“Había hecho desfiles en el Hotel San Juan hace varios años; no había venido antes porque no me habían invitado (dijo sonriendo). Hago menos desfiles ahora que al inicio de mi carrera, porque con la expansión de los negocios me es difícil viajar con las colecciones. No es que no haya querido hacerlo, pero no me habían invitado antes”, comentó jocosamente De la Renta.

Este creativo de la moda nació y se crió en República Dominicana, de madre dominicana y padre puertorriqueño. Cabe destacar que visita con frecuencia en Puerto Rico a su hermana y sus primos.

“Lo que me ha hecho sentir muy bien en mi profesión es que siempre he sabido quién soy y de dónde vengo. Siempre me he sentido superorgulloso de mis raíces como dominicano y de las puertorriqueñas. Nosotros los latinoamericanos tenemos una gran fuerza: que nos sentimos orgullosos de donde venimos”, manifestó antes de indicar que en sus comienzos, cuando decía que era dominicano en entrevistas, “veía cómo se les caía un poco la cara porque pensaban que venía de un país donde no existía tradición por la moda”.

Lleva más de 40 años de éxitos en el campo de la moda, creación de fragancias, colecciones de novias, línea para el hogar, accesorios y la expansión global en 2008 de su división retail con boutiques en Atenas y Madrid, donde comenzó su carrera.

“A veces por mi edad, aunque me considero muy joven, me preguntan cuánto tiempo más voy a hacer lo que hago. Es un inmenso privilegio hacer lo que hago porque me gusta. El día que diga que lo aprendí todo, tengo que parar; cada día aprendo algo nuevo. A través de los años he conocido una mujer distinta a la que empecé a vestir en los años 60. Quizá nuestra labor hoy es un poco más difícil, pero al mismo tiempo mucho más excitante, porque nunca en la historia del mundo ha existido una mujer tan en control de su destino como la de hoy. Siempre digo que el siglo 21 es de la mujer; hoy día el consumidor más importante es la mujer profesional. Ella hace nuestra labor difícil porque lo más importante para ella no es qué ropa lleva y de qué diseñador, sino que usa a ese diseñador para proyectar su individualidad”, afirmó.

De otro lado, recomendó a los jóvenes modistas a ocuparse por vender vestidos y no por la publicidad.

“Hoy día llegar como he llegado puede que sea un poco más difícil por las condiciones actuales. Empecé a hacerme conocido como diseñador porque una mujer fue a una tienda y compró mi ropa. Hoy hay muchos talentos que son famosos antes de vender un solo vestido. Creo que lo importante es crear la necesidad y el deseo con un consumidor, que alguien reconozca lo que haces. A los jóvenes les digo que no se preocupen tanto de buscar publicidad sino de vender ropa, que es lo importante”, afirmó.

Finalmente, es preciso resaltar su trabajo social como fundador y principal benefactor del hogar, orfanato y centro de cuido Casa del Niño, en su país natal.

“Lo hago porque soy muy sensible, quizá hasta cierto punto porque para mí no hay reconocimiento más grande que ver a un niño sonreír. Al mismo tiempo es muy difícil hacer algo por los adultos, pero por lo menos si ayudas a un niño contribuyes a crear un mundo mejor para el futuro”, concluyó antes de indicar que estos niños lo llaman papi y desconocen quién es.                 Por YOMARIS RODRIGUEZ/El Vocero

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