Por lo menos, en Santiago, hay más bancas que bibliotecas públicas, según un sondeo realizado por periodistas de este medio. Ateneo Amantes de la Luz, Alianza Cibaeña y el archivo histórico de Santiago son aparentemente las únicas bibliotecas públicas de la ciudad.
En recorridos por distintos sectores, se comprobó que hay aproximadamente cinco bancas por calles. Y al abordar a las encargadas de estos “concurridos centros”, éstas revelaron que más de cincuenta personas por día van a la banca a jugar números con la esperanza de salir de la situación económica en que se encuentran.
La información la emitió Carla Marina que trabaja en una de las bancas “La suerte” del ensanche Bolívar. Quien además dijo que tiene clientes fijos que “nunca dejan de venir a jugar sus numeritos”. La situación es igual en la banca Rubio de Gurabito donde la cantidad de clientes por día sobrepasa los cincuenta, según expresó Kilma Santana, encargada de esa banca.
Pero, lo más cuestionable del caso, es que todas las encargadas de las bancas consultadas, dijeron que “muy pocas veces, los que juegan con tanta frecuencia reciben algún beneficio, o sea, que “nunca se sacan la loto”, pero siguen jugando”.
Y es que al parecer, ya han hecho de este juego una adicción, mientras que para otros es más fácil “apostar su futuro en una banca que en una biblioteca, “dañándose la vista”.
Más de 50 personas por día asisten a las bancas según las consultadas, sin embargo, a las bibliotecas públicas menos de 10 y en días específicos.
Por lo menos, así ocurre en la biblioteca Ateneo Amantes de la Luz, según informó Carlos Peña, del servicio al cliente, quien además expresó que los días más concurridos son martes y jueves y el total de visitantes no sobrepasa las diez personas.
Yolanda Brito, secretaria ejecutiva de esta biblioteca, dijo que el problema reside en que “a la mayoría de los dominicanos, les gusta lo fácil, no les interesa salir de su situación económica a través del esfuerzo… es lamentable”, afirmó.
Especificó que años atrás, la biblioteca recibía hasta doscientos estudiantes por semana, pero “ahora se ha experimentado una reducción significativa de los visitantes al lugar”, afirmó Brito.
Y mientras las bibliotecas se encuentran con sus sillas vacías en espera de visitantes y con los libros esperando que alguien los abra, a las bancas de lotería cada día se suman nuevos jugadores.
¿Será que aquellos que antes se dedicaban a cultivar el hábito de la lectura en las bibliotecas ahora cambiaron de compañía y son los clientes potenciales de aquellos que se han hecho ricos con el dinero de los más pobres?
Las bancas pueden estar en cuchitriles, no importa la fachada exterior, la gente de todos modos las frecuenta, en busca de mejor suerte.
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